Industrias culturales/1.1 Origen del concepto

Unidad I. ¿Qué son las industrias culturales?

Al término de la unidad el alumno reflexionará respecto a la teoría de las industrias culturales y su proceso dialéctico desde la crítica al consumismo y contra la alienación capitalista del siglo XX.

Módulo 1. Origen del concepto

¿Qué es cultura?

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Hombre vestido de chicahual, tomando agua Ciel con un popote, en Jesús María, Aguascalientes

La etimología de la palabra «cultura» ya delata algunos de los sesgos del término, pues proviene del latín cultus; verbo en participio de colere, que significa «cultivar» o «habitar». A su vez, el sufijo «-ura», se emplea para los sustantivos de acción.[1] En este sentido, «cultura» apela al acto de «cultivar», pero también de «honrar» por su relación con «culto» (lo cultual). Conceptualmente, se le asocia a los 'conocimientos humanos', los 'modos de vida' y las 'costumbres' de grupos sociales, sociedades y seres humanos de lugares y épocas particulares.[2]

Más concretamente, la cultura se define como aquello que es producto de la creación humana, en contraste con las creaciones de la naturaleza, y esto se liga a cosmovisiones binarias o metafísicas que son características de algunas corrientes de pensamiento occidental, provenientes de las tradiciones grecolatinas.[2]

Por su parte, la semiótica coloca al 'signo' como la unidad cultural más importante, y como el eje de la comunicación, que conecta al emisor del receptor. Por ende, la cultura tendría un peso por sus cualidades informativas y de organización.[3]

Para Homi K. Bhabha, lo importante del concepto está en la «identificación cultural», que marca tanto la diversidad como la diferencia. Con la cultura se establecen las relaciones entre artefactos, símbolos, la expresión, la producción, el consumo y otros sistemas sociales. "Puede hablarse de cultura urbana, de cultura mediática, de cultura popular, de cultura de masas, de cultura letrada."[4] Estas distinciones entre culturas, se discutirán más adelante, pues son esenciales para entender el desarrollo de las 'industrias culturales'.

La cultura y el lenguaje

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La cultura se manifiesta simbólicamente, a través de objetos, rituales, arte, productos técnicos-económicos y sociales. Por esta razón, para autores como Jean-Marie Schaeffer, "el lenguaje es el principal sistema simbólico de la humanidad."[5]

Sin embargo, el origen del lenguaje en el ser humano representa varios problemas e interrogantes.[6] Pérez Montfort y De Teresa explican el origen del lenguaje de varias formas, poniendo énfasis en lo que estudiosos de la evolución humana, como Robin Dunbar, han encontrado. Para esta forma de estudiar la cultura, el lenguaje tiene un lugar preponderante en el desarrollo cultural, pues ha conformado las bases para la acumulación de información y la complejización de las sociedades humanas. El desarrollo del lenguaje y la cultura se habría dado en cinco etapas; siendo la primera tan antigua, que incluso es previa a la aparición del Homo sapiens. A continuación se detallan las cinco etapas:

Cinco etapas del desarrollo del lenguaje y la evolución[7]
Primera etapa (Hace 2 millones de años)[7] Segunda etapa (500 mil a 200 mil años)[8] Tercera etapa (3000 A.D.E.)[9] Cuarta etapa (1450)[9] Quinta etapa (1747)[9]
El Homo erectus, posible antecedente del H. sapiens, desarrolla un protolenguaje preverbal a través de gritos, gruñidos, gestos faciales, y el acicalamiento. Aparición de un lenguaje preliterario, tribal y oral. Más adelante se desarrolla un lenguaje fonético que le da pie a la diversidad de lenguas humanas en el planeta. Surge la escritura en Mesopotamia, y se convierte en una memoria externa que permite el intercambio epistolar, los registros, la historia y los intercambios económicos complejos. Construcción de la imprenta de Gutenberg. Aparece la literatura y la alfabetización se hace accesible de manera masiva. La era electrónica (William Watson, 1747), y de la comunicación a distancia, con Marconi con el telégrafo en 1874, la radio, la televisión (1948), las computadoras personales y el internet a mediados de 1980. El intercambio de información se vuelve instantáneo.
 
Mapa de las principales familias de lenguas del mundo

Definiciones y acepciones de cultura

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Existen múltiples definiciones de cultura, cada una con distintas acepciones, pues corresponden a distintas corrientes teóricas, como la educación, la sociología, las ciencias políticas, los estudios culturales, la geografía, etc. Conocer y delimitar la cultura, por sus características, ha sido una búsqueda de distintos investigadores.[10]

El diccionario de la Real Academia, en 1992, definía a la cultura, como:

(a) el "resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre", (b) "conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grados desarrollo artístico, científico, industrial, en una época o grupo social, etc.", (c) "conjunto de conocimientos sobre gimnasia y deportes, y práctica de ellos, encaminados al pleno desarrollo de las facultades corporales" o (d) "conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo".[10]

Por su parte, Chris Jenks, desde la sociología, señala que la cultura tiene cuatro dimensiones de análisis: cognitiva, colectiva, específica o descriptiva y social.[10]

  • Dimensión cognitiva de la cultura: son los estados mentales o mentalidad de cada individuo.
  • Dimensión colectiva: es el desarrollo moral e intelectual de la sociedad, que devienen en civilización.
  • Dimensión específica o descriptiva: considera a las obras intelectuales y artísticas de la sociedad en su conjunto.
  • Dimensión social: formas y modos con los que vive la gente.

La dimensión antropológica-sociológica de la cultura se refiere a las dimensiones cognitiva, colectiva y social, contemplando a la cultura "como estilo o modo de vida y como mentalidad, rasgos característicos de una colectividad". A su vez, una visión clásica-humanista de la cultura, corresponde más a la dimensión específica o descriptiva, que considera sobre todo a las obras artísticas e intelectuales, como las representaciones de la cultura de una sociedad.[11]

Cabe mencionar también la acepción que proviene de la antropología simbólica de Clifford Geertz (1926-2006), antropólogo estadounidense, quien en su obra La interpretación de las culturas (1990), desarrolla su planteamiento de la cultura como una red de significados.[12] Geertz señalaba que la mayoría de las definiciones antropológicas (como la de Tylor, que consideraba que cultura era todo), llevaban a un 'pantano conceptual', demasiado amplio e impreciso. Además, estas definiciones, según Geertz, conducían a un análisis cultural propenso a ser entendido con base a leyes (propias de las ciencias experimentales), y él creía que la cultura debía de ser entendida como un entramado de significados propios de una ciencia interpretativa; es decir, semiótica.[13]

Para Geertz, pues, la cultura no es un estado mental, pero tampoco acciones concretas, sino mecanismos que controlan las acciones sociales:[14]

La cultura se comprende mejor no como complejos de esquemas concretos de conducta —costumbres, usanzas, tradiciones, conjuntos de hábitos— como ha ocurrido en general hasta ahora, sino como una serie de mecanismos de control —planes, recetas, fórmulas, reglas, instrucciones (lo que los ingenieros de computación llaman "programas")— que gobiernan la conducta. La segunda idea es que el hombre es precisamente el animal que más depende de esos mecanismos de control extragenéticos, que están fuera de su piel, de esos programas culturas para ordenar su conducta. (Geertz en Zalpa Ramírez, 2011)[14]

Industria cultural y cultura de masas: La influencia de los medios de comunicación masiva del siglo XX

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Manuel Castells, en La Paz, Bolivia, dando una conferencia.

Si se sigue la tesis de Manuel Castells en La era de la información: economía, sociedad y cultura, se puede decir que hay una relación entre el desarrollo tecnológico con los cambios sociales en materia de economía y comunicación.[15] En este sentido, las innovaciones tecnológicas han transformado a la sociedad e impulsado cambios radicales en su forma de interactuar, transmitir mercancías e información.

Así, hacia 1400, cuando el Renacimiento europeo estaba plantando las semillas intelectuales del cambio tecnológico que dominaría el mundo tres siglos después, China era la civilización tecnológica más avanzada de todas, según Mokyr. Los inventos clave se habían desarrollado siglos antes, incluso un milenio y medio antes, como es el caso de las fundiciones que permitieron forjar el hierro ya en el año 200 a.C. Además, Su Sung inventó el reloj de agua en 1086 d.C., sobrepasando la precisión de medida de los relojes mecánicos europeos de la misma fecha.[16]

 
Locomotora de vapor del ferrocarril de Atlamaxac, ca. 1909

Entre la historia de Europa y China, se pueden encontrar innovaciones tecnológicas que primero llevaron a una región a ser pionera, y después la otra. Sin embargo, también hubo épocas en las que una u otra región se estancaron. Una de las posibles causas del estancamiento (por ejemplo, China, a mediados del siglo XX) fue la de la intervención del Estado, bajo un régimen muy conservador con respecto a las innovaciones y el intercambio comercial.[17] Una vez que ocurre un cambio tecnológico, como sucedió en el siglo XIX con algunas tecnologías mecánicas que modificaron el transporte de mercancías, se dio un giro en la transmisión de información. Con la aparición de medios de comunicación como el telégrafo o la prensa, junto con el ferrocarril y los viajes transatlánticos a través e barcos de vapor, comienza una época en la que el capitalismo va a dominar la economía mundial.

... la ocupación de Estados Unidos, permitida por el desarrollo del ferrocarril, provocará una revolución gerencial de las empresas americanas con capacidad para operar en un mercado nacional tan amplio, lo que exigía estructuras administrativas compatibles con las nuevas necesidades de recolección y procesamiento de información. Si esto explica, por un lado [...], el desarrollo del telégrafo y, más tarde, del teléfono, muestra, por otro lado, la solidaridad entre esa evolución y la nueva serie de cambios administrativos que llevarían a un refuerzo del proceso de subsunción del trabajo en el capital, con la expansión de la producción en masa y la introducción de la línea de montaje asociada a ella.[18]

Sin embargo, como señala Bolaño, a partir de una aproximación marxista, en esta época aún no hay condiciones para una «comunicación de masas» como en la época de la televisión.[19]

Información y producción dentro del capitalismo

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La transmisión de información es vital para el sistema capitalista, pues es lo que hace que la maquinaria siga creciendo. A pesar de que se trata de un sistema de libertades individuales, la comunicación que se impone en este sistema está dirigida por sistemas jerárquicos, burocráticos y estructurados a partir de una maquinaria en la que el poder sólo es detentado por una minoría.[20]

Es durante la etapa capitalista que surge la «comunicación de masas», una forma estandarizada de la información como un aparente bien público, en el que se establece un derecho al acceso de la información que, sin embargo, está regido por la producción de productos y servicios; y, a su vez, formando un entramado ideológico en el que se desarrolla y propicia una desigualdad "en el nivel del proceso productivo." Esta forma de comunicación masiva, estandarizada y homogénea, es denominada por Thompson como «propaganda».[21]

Medios de comunicación de masas y la comunicación masiva

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El término «comunicación de masas» existe desde la década de 1930, pero tiene múltiples significados, los cuales surgieron como una crítica al sistema estandarizado de difusión de información a través de medios de comunicación electrónico y la prensa. Como señala McQuail, la "palabra «masa» está cargada de valores y resulta controvertida".[22] Asimismo, el término tiene como característica el gran volumen de información, y los sistemas de producción que emplean. Sin embargo, el término «comunicación» aquí casi siempre se emplea como sinónimo de transmisión o difusión, sin tomar en cuenta que el término también debería de incluir la respuesta o retroalimentación de un escucha.[23]

Breve historia de los medios de comunicación de masas
Medio Año o época de aparición Imagen
Prensa escrita en masa Siglo XIX  
Fotografía 1826  
Telégrafo 1844 (En 1894 comienza la telegrafía sin cables)
 
Teléfono 1871 (patente de Meucci) - 1876 (patente de Graham Bell)  
Cine 1895  
Radiodifusión 1906 (primera emisión de radio de la historia)  
Televisión 1922  

Medios de comunicación de masa y transmisión cultural

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Los medios de comunicación masiva tuvieron un papel decisivo para lo que Thompson denomina la «transmisión cultural» de las formas simbólicas. Día a día, los medios difunden información a través de "un flujo constante de palabras e imágenes, información e ideas, relacionados con los sucesos que ocurren más allá de nuestro medio social inmediato."[24]

Por primera vez, los personajes de referencia sociales no eran locales, sino nacionales o mundiales; la música que se transmitía por las ondas de radio eran parte de la memora colectiva de manera inmediata, y aparece una cultura común mediatizada.[24]

Asimismo, Thompson señala que las formas simbólicas son fenómenos sociales y estos se transmiten bajo una serie de normas.[25] Este autor distingue tres aspectos de la transmisión cultural:

  1. El medio técnico de transmisión. Es el aspecto material del medio, y se manifiesta por la fijación de la información, así como la «acumulación» de la información, lo cual permite su reutilización con distintos fines. Otro aspecto técnico es la «reproducción», lo cual es indispensable para la comercialización de la información. Otro atributo es la «participación», pues cada medio requiere distintas capacidades para realizarlo y consumirlo. La televisión, por ejemplo, requiere un nivel bajo de participación por parte del espectador, así como de capacidad de concentración, la codificación de los mensajes debe ser simple e inmediata.[26]
  2. El aparato institucional de transmisión. Se refiere a las reglas, recursos y arreglos que las personas desarrollan para lograr la codificación y la decodificación de la información. En los medios de comunicación de masas estas reglas se establecen a través de relaciones jerárquicas y de poder. Los sujetos en situación de poder tienen la posibilidad de controlar la transmisión cultural. Un ejemplo sería el consejo de una editorial, quienes deciden si un texto (bien simbólico) se publica o no. Todos los medios poseen «canales de difusión selectiva». Este poder se usa con objetivos particulares, en ocasiones en perjuicio de un bien general o público.[27]
  3. El distanciamiento espacio-temporal que sucede durante la transmisión. Cada medio de comunicación tiene un nivel de alejamiento o distanciamiento con respecto al tiempo y espacio de lo que se comunica. Sin embargo, en los medios de comunicación de masas, que requieren instrumentos de grabación (cámaras, micrófonos, etc.), así como sistemas de transmisión y recepción, facilitan un distanciamiento espacial, preservando incluso una presencial temporal aparente. La grabación y el almacenamiento, en cambio, garantizan la separación temporal.[28]
Aspectos de la transmisión cultural[29]
Elemento de la transmisión cultural Características
Medio técnico Fijación
Reproducción
Participación
Aparato institucional Canales de difusión selectiva
Mecanismos para la ejecución limitada
Distanciamiento espacio-temporal Contextos de copresencia (reduce el alejamiento espacial)
Extensión de la disponibilidad (reduce el alejamiento temporal)
 
Max Horkheiner y Theodor W. Adorno (primer plano), y Siegfred Landshut (extrema izquierda) y Jürgen Habermas (extrema derecha)

Adorno y Benjamin: Teoría crítica y las industrias culturales

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El término «industria cultural» nace en el entorno de las tensiones políticas de la República de Weimar (previo a la Segunda Guerra Mundial) y los mecanismos de distribución cultural generados por las tecnologías de reproducción técnica. Son tres filósofos alemanes quienes ponen el énfasis en torno al tema, con particular originalidad, retomando términos del marxismo pero aplicados a los fenómenos culturales: Theodor W. Adorno, Max Horkheimer y Walter Benjamin.[30] Adorno y Horkheimer señalaron este fenómeno, en su ensayo «La industria cultural. Ilustración como engaño de masas», tras la industrialización de la creación cultural a partir de la cultura de masas:

El cine y la radio no necesitan ya darse como arte. La verdad de que no son sino negocio les sirve de ideología que debe legitimar la porquería que producen deliberadamente. Se autodefinen como industrias, y las cifras publicadas de los sueldos de sus directores generales eliminan toda duda respecto a la necesidad social de sus productos.[31]

Con Walter Benjamin, el estudio de la «industria cultural» complementa las aproximaciones de Adorno y Horkheimer, las cuales son pesimistas y desde una especie "ajuste de cuenta" (dialéctica negativa). Con Benjamin podemos entender "lo popular en la cultura no como su negación, sino como experiencia y producción."[32]

La industria cultural y la dialéctica de la ilustración (engaño de masas)

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Fragmento de Tiempos modernos, protagonizada por Charlie Chaplin

Adorno y Horkheimer señalan que la «razón ilustrada» genera un doble sistema, denominado «dialéctica ilustrada» (o del iluminismo), que conduce a una "irracionalidad que articula totalitarismo político y masificación cultural."[33] Tanto ese totalitarismo político, que tiene su máximo representante en el nazismo de la República de Weimar, como la masificación cultural norteamericana, son las dos caras de la misma moneda.[33]

Según Martín Barbero, la tesis de la «industria cultural» de Adorno y Horkheimer tiene tres dimensiones: 1) la unidad del sistema; 2) la degradación de la cultura en industria de la diversión; y 3) la desublimación del arte.[34]

Con respecto a la primera dimensión, la unidad del sistema, Adorno y Horkheimer señalaban que todas las producciones culturales de la industria generan productos estandarizados que no son capaces de distinguirse entre sí. Todas las películas dicen lo mismo, pues se tratan del "triunfo del capital invertido";[33][35] desde Charlie Chaplin (Tiempos modernos) hasta D. W. Griffith (El nacimiento de una nación); o desde Orson Welles (Citizen Kane) hasta Leni Riefenstahl (El triunfo de la voluntad).[33] Asimismo, señalan que el cine y la televisión producen una especie de «obra de arte total wagneriana», pero de manera sarcástica:

La coincidencia entre palabra, imagen y música se logra de forma tanto más perfecta que en Tristán, porque los elementos sensibles, que se limitan, sin oposición, a registrar la superficie de la realidad social, son ya producidos, en principio, en el mismo proceso técnico de trabajo y se limitan a expresar la unidad de éste como su verdadero contenido.[35]

 
Adorno dejó inacabado un ensayo sobre Miles Davis

Este sistema, sin embargo, genera un producto esquematizado, que provoca una "atrofia de la actividad del espectador",[36] pues además el argumento, la trama y la historia van tan rápidas, que no puede pensar ni crear ideas propias, adiestrando a los cautivos espectadores a aceptar esa realidad que se percibe en la pantalla.[37] Adorno también arremete en contra del jazz norteamericano, música que considera un símbolo de la naciente industria musical, considerándola música estandarizada en la que "el arreglador [...] elimina toda cadencia que no se adecúe perfectamente a su jerga."[37][38] Además:

Si hace una adaptación de Mozart al jazz, no se limita a modificarlo allí donde es excesivamente difícil o serio, sino también donde armonizaba la melodía de forma diversa, incluso sólo de forma más simple, de lo que se usa hoy.[38]

El filósofo español Fernando Castro Flórez, señala que Adorno realizó también el ensayo Sobre el jazz (1936), en el que también acusa a esta música de ser regresiva y de ser una expresión del capitalismo; sin embargo, realizó estos escritos sin conocer realmente la música jazz. Una vez que llegó a Estados Unidos y estuvo empapado de la música de John Coltrane, Dizzy Gillespie y Miles Davis, no se retractó, aunque dejó un ensayo inacabado sobre So What de Davis.[39]

Adorno y Horkheimer señalan que la «industria cultural» reduce y degrada a la cultura en una industria de la diversión (segunda dimensión), a través de dispositivos que ha creado el capitalismo, que producen tanto productos materiales (a través del trabajo manual) como productos del ocio (mercantilizando las ideas).[37]

La tercera dimensión, como señala Martín Barbero, se trata del proceso de «desublimación del arte», que es una degradación de la cultura: "en un mismo movimiento la industria cultural banaliza la vida cotidiana y positiviza el arte». Esto querría decir que el arte deja de ser autónomo, en el sentido kantiano, y adquiere una funcionalidad al servicio de la reproducción, la repetición, la estandarización y la venta de mercancías.[40] Sin embargo, para lograr esto, primero tuvo que transitar por una autonomía que, paradójicamente, es producto del mercado:

Lo que de arte quedará ahí ya no será más que su cascarón: el estilo, es decir, la coherencia puramente estética que se agota en la imitación. Y esa será la "forma" del arte que produce la industria cultural: identificación con la fórmula, repetición de la fórmula.[40]

Adorno deplora el «goce» en el arte, y es algo que plantea tanto en el ensayo «La industria cultural...» como en su texto, de publicación póstuma, Teoría estética. Decía que "hay que demoler el concepto de goce artístico", pues sólo sería extravío y confusión para el espectador: sólo goza el hombre trivial.[41] Ante estas afirmaciones reaccionarias, Martín-Barbero se pregunta:

¿Y si en el origen de la industria cultural más que la lógica de la mercancía lo que estuviera en verdad fuera la reacción frustrada de las masas ante un arte reservado a las minorías?[42]

Para Martín-Barbero, la crítica de Adorno al goce estético, no va sobre la alienación del espectador o la manipulación de los fascismos y los populismos a través de los medios de comunicación masiva, sino hacia un "aristocratismo cultural que se niega a aceptar la existencia de una pluralidad de experiencias estéticas, una pluralidad de los modos de hacer y usar socialmente el arte."[42] Adorno nunca sucumbió ante la tentación de retractarse, y aunque en Teoría estética señalaba que "El arte es la promesa de felicidad que se rompe" (232), también decía que "Sólo por medio de su absoluta negatividad puede el arte expresar lo inexpresable: la utopía." El arte de masas es un pastiche que excita a la masa, pero no consigue desafiarla. La función de este producto masivo es la "explotación de la emoción: la conmoción" y,[43] por eso:

Al recomendar el jazz y el rock and roll en vez de Beethoven, no se desmonta la mentira afirmativa de la cultura, sino que se proporciona un pretexto a la barbarie y al interés económico de la industria cultural. (492)[43]

La industria cultural chantajea con este tipo de productos, y ante esto el deber del arte es apartarse: "el arte sólo es íntegro donde no participa en la comunicación". (494)[43]

Benjamin: La atrofia del aura y la ampliación de la experiencia sensible a través de la reproductibilidad técnica

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Walter Benjamin leyendo en una biblioteca.

¿Qué es el «aura»?

Según Benjamin, es: "Un entretejido muy especial de espacio y tiempo: aparecimiento único de una lejanía, por más cercana que pueda estar".[44] En el mismo capítulo de su ensayo La obra de arte..., "La destrucción del aura", señala que la «percepción sensorial» de los seres humanos ha cambiado de forma histórica: "El modo en que se organiza la percepción humana (...) está condicionado no sólo de manera natural, sino también histórica."[45]

Aunque se ha señalado que el «aura» está en las obras de arte (previas a la aparición de la reproducción técnica), Benjamin le presta atención, sobre todo, a los efectos en la sensibilidad de las personas el poder tener acceso a las obras de arte, y de la cultura, a partir de los medios masivos (fotografía, radio, cine, prensa, etc.)

 
May Allison con una cámara (1900).

Debido a que el tema del ensayo de Benjamin son los medios y la sensibilidad humana, se puede inferir que los medios de comunicación, los de «reproductibilidad técnica», modifican intensamente la sensibilidad de los seres humanos, de manera masiva.

¿Por qué, si Benjamin es considerado un integrante de la Teoría crítica (Escuela de Frankfurt), sus conclusiones son tan diferentes a las de Adorno y Horkheimer? Martín-Barbero señala que Benjamin no estudiaba los fenómenos sociales desde un lugar fijo, sino que siempre se estaba moviendo, sobre todo en los márgenes e intersticios, y en las artes menores (populares). Esta forma de trabajo no se ajustaba con la manera de trabajar de Adorno.[46] Sin embargo, en palabras de Martín-Barbero, justo esto le permitió a Benjamin ser:

el pionero en vislumbrar la mediación fundamental que permite pensar históricamente la relación de la transformación en las condiciones de producción con los cambios en el espacio de la cultura, esto es, las transformaciones del sensorium de los modos de percepción, de la experiencia social.[46]

Con los griegos, el valor de las obras estaba en la eternidad, pues aunque podían producir en serie ciertas piezas a partir del vaciado y el acuñamiento, el resto de sus piezas, esculturas y pinturas (sin mencionar las tragedias), eran imposibles de reproducir técnicamente: "Fue el estado de su técnica lo que llevó a los griegos a producir valores eternos en el arte."[47] Por centenares de años, la plástica y la escultura siguieron teniendo esos valores, los cuales fueron indispensables para la cultura y el arte, que crecieron bajo la idea de que el ser humano podía crear piezas únicas, con valores de originalidad eternos. Una vez llegada la fotografía y el cine, surge "la época de la obra de arte producida por montaje, la decadencia es inevitable."[48] El cambio fundamental de la sociedad se da cuando las modificaciones de la sensibilidad se dan de manera colectiva. Estos cambios "vienen producidos por la dinámica convergente de las nuevas aspiraciones de la masas y las nuevas tecnologías de reproducción."[49] El cine y la fotografía "violan la sacralidad del aura", logrando una mayor accesibilidad y la posibilidad de lograr las aspiraciones democratizadoras de la cultura y el goce de esta por toda la sociedad.[49]

la muerte del aura en la obra de arte no es tanto de arte como de esa nueva percepción que, rompiendo la envoltura, el halo, el brillo de las cosas, pone a los hombres, a cualquier hombre, al hombre de la masa en posición de usarlas y gozarlas.[49]

Aún las obras sagradas y canónicas, bajo el amparo de la reproductibilidad técnica, se encuentran cercanas al ser humano común y corriente.[49]

Obra de arte antes y después de la reproductibilidad técnica, según Benjamin[50]
Disciplina artística Tipo de recepción Valor Carácter aurático Forma de apreciación por parte del público
Pintura, música académica, ópera Viejo modo de recepción, en un museo, teatro, sala de concierto Valor de culto o ritual[51] Distante Recogimiento (atención total)
Fotografía, cine, radio Nuevo modo de recepción Valor de exhibición Sin distancia Dispersión colectiva (atención múltiple)
 
El triunfo de la voluntad (1934), de Leni Riefenstahl, fue una película de propaganda nazi, impulsada por Hitler cuando ascendió al poder.

Sin embargo, como señala Martín-Barbero, Walter Benjamin no era un apólogo de la reproductibilidad o de la destrucción del aura y los nuevos modos de recepción. Si bien entendía que los cambios que traían las tecnologías de reproductibilidad técnica producían interesantes modificaciones en la experiencia de las personas (ver cuadro anterior), también podían traer posibles manipulaciones por parte del fascismo y el comunismo a partir de la comunicación de masas: "La proletarización creciente del hombre actual y la creciente formación de masas son dos lados de un mismo acontecimiento."[52]

De esto se trata en la estetización de la política puesta en práctica por el fascismo. El comunismo le responde con la politización del arte.[53]

La Escuela de Birmingham: los estudios culturales

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Los precursores

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Los Estudios Culturales surgen en Gran Bretaña, a partir de las críticas que intelectuales comenzaron a hacer a las prácticas contemporáneas de las ciudades y la mecanización de la vida.[54] Antes de ser 'Estudios culturales', en el siglo XIX hay un intento por reavivar la cultura nacional a partir de la lengua y la literatura; por lo que autores como Matthew Arnold (1822-1888) promueven los English studies.[55]

Pero será hasta la mitad del siglo XX, que los Cultural studies se consoliden; en primer lugar con la publicación de The Uses of Literacy: Aspects of Working-Class Life with Special References to Publications and Entertainments en 1957, de Richard Hoggart (1918-2014). Con este libro, Hoggart realizó un estudio pionero de la influencia de los nuevos medios de comunicación en la clase obrera. Hoggart pensaba que la academia solía sobrevalorar la influencia de los medios en las personas de las clases populares. Esta idea de una "resistencia al orden cultural", fue marcando a los Estudios culturales posteriores.[56]

Otros dos autores, Raymond Williams (1921-1988) y Edward P. Thompson (1924-1993), que escribían en la revista New Left Review, continuaron los Estudios culturales británicos. Ambos autores señalaban que los análisis culturales de la sociedad debían de superar el enfoque de ser una variable dependiente de la economía.[56]

Objeto de estudio de los Estudios culturales

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Como su nombre lo señala, estudian la 'cultura'; pero ¿qué cultura? La de las personas comunes, la de los obreros, la de las amas de casa. Los Estudios culturales tratan de no estigmatizar la cultura popular y la cultura de masas, pues entienden que hay elementos valiosos y que también ahí se produce subjetividad y elementos de identidad. Nattie Golubov señala que, aunque "no desdeñan ni ignoran a la alta cultura, ese conjunto selecto de obras artísticas que se clasifican como "universales", tienden a centrarse en el estudio de la cultura masiva porque es el principal medio de expresión de nuestros tiempos."[57]

Nattie Golubov señala que los Estudios culturales son:

una práctica crítica de la cultura actual impulsada por el propósito político de transformar alguna dimensión de las relaciones de poder imperantes en nuestras sociedades. Esta práctica la entendería como una inclinación y una energía, un tipo de actividad crítica que nos anima a revisar constantemente nuestras nociones de sentido común, las maneras de ver el mundo que consideramos naturales y modificar, a partir de esta revisión, nuestra vida cotidiana que, lejos de ser rutinaria y banal, puede ser el punto de partida para desfamiliarizar lo que nos resulta más familiar por medio de la descripción intensiva y radical contextualización y encontrar en lo mundano efectos de las dinámicas socioeconómicas que permiten y regulan nuestra socialidad, o sea, el trabajo de la ideología y la materialización de la cultura.[58]

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Los Estudios culturales en América Latina

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Los Estudios culturales latinoamericanos son un conjunto de estudios e investigaciones que provienen de diversas disciplinas: sociología, antropología, comunicación, filosofía, lingüística, literatura, etc.[59]

Se han encargado de llevar la tradición de los estudios de la Escuela de Birmingham, al terreno de la cultura latinoamericana, pues parten de realidades distintas, con asimetrías e historias de dominación que subyacen.[59]

Lista de referencias

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  1. «CULTURA». Etimologías de Chile - Diccionario que explica el origen de las palabras. Consultado el 2023-01-23. 
  2. 2,0 2,1 Szurmuk y Irwin, 2009, p. 71.
  3. Szurmuk y Irwin, 2009, p. 71-72.
  4. Szurmuk y Irwin, 2009, p. 72.
  5. Pérez Montfort y De Teresa, 2019, p. 38.
  6. Pérez Montfort y De Teresa, 2019, p. 39.
  7. 7,0 7,1 Pérez Montfort y De Teresa, 2019, p. 40.
  8. Pérez Montfort y De Teresa, 2019, p. 40-41.
  9. 9,0 9,1 9,2 Pérez Montfort y De Teresa, 2019, p. 41.
  10. 10,0 10,1 10,2 Cuadrado García y Berenguer Contrí, 2002, p. 10.
  11. Cuadrado García y Berenguer Contrí, 2002, p. 11.
  12. Zalpa Ramírez, 2011, p. 48.
  13. Zalpa Ramírez, 2011, p. 49.
  14. 14,0 14,1 Zalpa Ramírez, 2011, p. 50.
  15. Castells, 2011, p. 31.
  16. Castells, 2011, p. 33.
  17. Castells, 2011, p. 36.
  18. Bolaño, 2013, p. 67.
  19. Bolaño, 2013, p. 47.
  20. Bolaño, 2013, p. 60.
  21. Bolaño, 2013, p. 69.
  22. McQuail, 2000, p. 40.
  23. McQuail, 2000, p. 41.
  24. 24,0 24,1 Thompson, 1998, p. 241.
  25. Thompson, 1998, p. 243.
  26. Thompson, 1998, p. 244-247.
  27. Thompson, 1998, p. 247-248.
  28. Thompson, 1998, p. 249-250.
  29. Thompson, 1998, p. 251.
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Fuentes de consulta

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