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El coronel Juan José Fernández Cornejo
Nació en Salta en el año 1.764, no habiéndose registrado la fecha precisa. Sus padres fueron el Coronel don Juan Adrián Fernández Cornejo Rendón y Doña Clara de la Corte y Rozas. Fue el cuarto de nueve hermanos: “María Ignacia (1.761), Gaspar (1.762), Juan José (1.764) José Antonio (1.768), María Mercedes (1.772), José Adrián (1.775), Francisco María y Melchora (1.779), Micaela Perpetua (1.780), Vicente y Lucía (1.781)”. Pasó su infancia y creció recorriendo los alrededores de las distintas haciendas del valle de Cianca que colindaban con el casco de la hacienda de San Isidro del Pueblo Viejo donde funcionaba uno de los pequeños establecimientos en que desde tiempo atrás (a partir de las últimas décadas del siglo XVII) los sacerdotes jesuitas cultivaban y procesaban caña de azúcar para auto abastecimiento, con ayuda de algunos nativos convertidos al catolicismo luego del martirio y muerte de los padres Gaspar Osorio y Antonio Ripario, y el estudiante Sebastián Alarcón de la Orden de San Ignacio de Loyola, en abril de 1.629. Es el sitio en que surge el ingenio azucarero San Isidro en manos de su padre, el coronel Juan Adrián Fernández Cornejo. Quién aumentó la superficie del cultivo y llevó la producción de azúcar de caña a nivel industrial. En los alrededores del ingenio se concentró la población de obreros que trabajaba en él, dando origen al pueblo de Campo Santo, situado a once leguas de Salta.
“Campo Santo o Camposanto”, es una clara expresión castellana que utilizaron los Padres Jesuitas y los primeros colonos españoles para referirse al lugar sagrado donde los nativos sepultaban a sus difuntos. El “cementerio o antigal” de los poblados preexistentes debió estar muy próximo a “la Ramada de San Isidro del Pueblo Viejo”, uno de los establecimientos en que molían la caña de azúcar. Hay que tener en cuenta que la Reducción de “Nuestra Señora de La Candelaria o La Ramada” se ubica a menos de media legua del lugar donde surgió el ingenio azucarero, al igual que la instalación “Nuestra Señora de La Concepción o El Lapacho”. De allí en adelante se continuó utilizando en crónicas y documentos para hacer referencia a la zona.
El joven Juan José ingresó a los catorce años con el grado de cadete al Cuerpo de Partidarios de Nuestra Señora de la Viña, que por entonces era comandado por su padre. Dos años después ascendió al grado de alférez y se sumó a la expedición organizada y encabezada por don Juan Adrián, que tenía como objetivo la investigación de la región y verificar la posibilidad de navegación del Río Grande* para llegar a la ciudad de Buenos Aires -*nombre con que entonces se designaba al Río Bermejo. En 1.799 se casó con doña María Gertrudis Medeyros, que contaba con 19 años de edad y recibió de su padre, el Dr. Joseph de Medeyros, una dote valuada en una suma cercana a los cinco mil pesos según un documento redactado por Escribano público. El matrimonio estableció residencia en cercanías del Ingenio San Isidro, precisamente en la Hacienda de Nuestra Señora de la Concepción o El Lapacho; que pasó a llamarse La Población y que el coronel recibiera como parte de su herencia a la muerte de su padre. Tuvieron dos hijas: Juana Josefa en 1.805 y Juana Manuela en 1.808. En los convulsionados años de inicio de la revolución nacional, el coronel Juan José y doña Gertrudis colaboraron con las tropas nacionalistas y participaron aportando dinero y otros bienes en varias ocasiones y oportunamente prestando servicios de hospedaje, comida y atención médica cuando así lo requirieron al estar de paso por su hacienda del Campo Santo. A finales de octubre de 1.811, el coronel Juan José se dirigió a Jujuy, donde se encontraba el Ejército Auxiliar del Norte al mando de Juan Martín de Pueyrredón preparándose para enfrentar al enemigo que estaba establecido en los alrededores de Suipacha. A mediados de noviembre o principios de diciembre de 1.811 y en circunstancias que aún no son claras, el coronel murió de manera repentina. Algunos autores afirman que no pudo superar las novedades del frente de batalla y manifiestan que “(…) y se le llenó de desaires que hirieron tan a lo vivo su alma noble y no pudiendo sobrevenir a tan infausto inmerecido tratamiento, murió a su consecuencia". El coronel Juan José murió prestando servicios entre el 20 de noviembre y el 16 de diciembre de 1.811. En un documento del 24 de diciembre de ese año, el Escribano Público dejó registro en una escritura fechada el día 24 de diciembre de 1.811 que: “En esta capital de Salta a veinte y cuatro días del mes de diciembre de mil ochocientos once años, ante mi el Escribano Público y de Bienes de Difuntos y de los testigos que irán nominados, compareció la Señora Doña Gertrudis de Medeiros vecina de ellos y Viuda del Coronel Don Juan José Fernandez Cornejo (frase interpuesta entre dos renglones y solamente legible en su última parte), de sus dos hijas a quién doy fe conozco y dijo”… En esa oportunidad, doña Gertrudis vendió un esclavo de su hacienda en la suma de doscientos cincuenta pesos. En otra escritura del 17 de junio de 1.846, testamento de doña Juana Manuela Fernández Cornejo Medeiros de Heredia que falleció el día 24 de ese mismo mes y año, dejó expresada su última voluntad delante de su madre y el escribano actuante. Luego de los datos de fórmula utilizada, en la primera de sus cláusulas dice:
..."que sea sepultado mi cuerpo bajo de la lápida endonde está sepultado mi Señor Padre, al pie del Altar del Rosario en la Catedral..."
En aquella época, la Catedral de la ciudad de Salta funcionaba en el sitio que hasta su expulsión funcionaba la Iglesia de la Orden de San Ignacio de Loyola o de los Jesuitas, en calle Mitre 23 esquina Caseros.