Estudios sobre la histeria
Título | Estudios sobre la histeria |
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Autor | Sigmund Freud |
Año | ? |
Es la primera paciente en la que Freud utiliza el método de la presión sobre la frente. Padecía dolores en las piernas y caminaba mal. Primero muere el padre; la madre tiene que hacerse una operación en los ojos y una hermana se muere dando a luz por una afección cardíaca. Ella cuida de los tres. Se quejaba de grandes dolores al caminar y de una fatiga que le sobrevenía muy rápido al hacerlo y al estar de pie. La dolencia se había desarrollado poco a poco desde hacía dos años y era de intensidad variable. Su dolencia era una dolencia histérica y la estimulación afectaba una zona histerógena. Lo probable era que hubiera sobrevenido una alteración orgánica de los músculos en la cual la neurosis se apuntaló haciendo aparecer exageradamente grande su valor. La terapia partió de la premisa de que se trataba de una enfermedad mixta. Nexo entre la historia de padecimiento y la dolencia misma que debía de haber sido causada y determinada por aquella serie de vivencias. Método: la remoción del material patógeno estrato por estrato. La historia de padecimiento era larga, urdida por múltiples vivencias dolorosas. Cuida al padre enfermo durante un año y medio (el padre quería que ella fuera varón). El comienzo de su afección se entramó con este período de cuidado del enfermo, debió guardar cama un día y medio por los dolores en la pierna derecha. Fue sólo dos años más tarde de la muerte del padre cuando se sintió enferma y no pudo caminar por los dolores. El primer cuñado es problemático y ella no lo quiere. El segundo cuñado era más cordial, se reconcilia con la idea de matrimonio. Se quedan cerca de la madre y tienen un nene que es el sobrino preferido de ella. La madre se somete a la operación pero sale bien. Se van las tres familias a una estancia veraniega. Esa temporada veraniega coincide con el estallido de los dolores de Elizabeth. Muere la segunda hermana. También muere por una cardiopatía. El viudo no les deja el nene a ellas.
Los dolores de piernas no estaban presentes todavía en la época del cuidado al enfermo. Sólo hubo un ataque de dolor que pasó inadvertido.
Cada nuevo tema de eficacia patógena investía una nueva región de las piernas. Cada una de las escenas impresionantes había dejado tras sí una huella, pues producía una investidura permanente, que se acumulaba más y más, de las diversas funciones de las piernas, un enlace de estas funciones con las sensaciones de dolor; era inequívoco que en la plasmación de la Astasia- abasia había cooperado un tercer mecanismo. La enferma puso fin al relato de toda una serie de episodios con la queja de que ahí se había sentido dolida de su soledad, en otra serie, que abarcaba sus infortunados intentos de establecer una vida familiar nueva, no cesaba de repetir que lo doliente ahí era el sentimiento de su desvalimiento, la sensación de no avanzar un paso: expresión simbólica para sus pensamientos de tinte dolido. El mecanismo psíquico de la simbolización no había creado la abasia, pero todo indicaba que la abasia preexistente había experimentado un refuerzo sustancial por este camino. Tiene resistencias a mencionar algunas ocurrencias. Piensa del cuñado viudo: “ahora él está de nuevo libre y yo puedo convertirme en su esposa”. Ahí es donde actúa la defensa frente a una representación inconciliable. De la génesis de síntomas histéricos por conversión de una excitación psíquica a lo corporal; de la formación de un grupo psíquico separado por el acto de la voluntad que lleva a la defensa. Se comienza a aliviar a través de la abreacción.
Mientras Elizabeth cuida de su padre enfermo se le genera el primer síntoma histérico; un dolor en una parte definida del muslo derecho. Hubo un momento en que el círculo de representaciones de sus deberes hacia el padre enfermo entró en conflicto con en contenido que en aquella época tenía su ansiar erótico. En medio de autorreproches se decidió a favor de lo primero y así creó el dolor histérico. Ella REPRIMIÓ la representación erótica de su conciencia y trasmudó su magnitud de AFECTO a una sensación de dolor somático. Con el enamoramiento hacia el cuñado sucede igual. Era un círculo de representaciones eróticas el que entraba en conflicto con todas sus representaciones morales. En aquella época la enferma no era claramente CONCIENTE de la inclinación hacia el cuñado. Había preexistido ese singular estado de saber y al mismo tiempo no saber con respecto a esa inclinación, el estado del grupo psíquico divorciado. Divorcio del libre comercio del pensamiento asociativo con los restantes contenidos de representación. Con la magnitud de afecto de una representación aumenta también su papel en la asociación. Los dolores histéricos se generaron al mismo tiempo que se formó aquel grupo psíquico separado y la enferma oponía una gran resistencia al intento de establecer la asociación entre el grupo psíquico separado y sus restantes contenidos de conciencia. El motivo de la escisión de conciencia es la actuación de la defensa; el mecanismo del surgimiento de los dolores histéricos era la conversión ya que se había ahorrado dolores anímicos y emergieron los corporales. Así se introdujo una trasmudación de la que resultó como ganancia, que la enferma se había sustraído de un estado psíquico insoportable, es cierto que al costo de una anomalía psíquica (la escisión de la conciencia consentida) y de un padecer corporal.
La enferma discernía también concientemente el amor hacia su cuñado. Opino que en el supuesto de una histeria de defensa ya está contenida la exigencia de que haya ocurrido al menos uno de tales momentos. Antes de él la conciencia no sabe cuándo se instalará una representación inconciliable; esta que luego será excluida junto a su séquito para la formación de un grupo psíquico separado, tiene que ser inicialmente admitida en el comercio de pensamiento, pues de lo contrario no se habría producido el conflicto que llevó a su exclusión. Justamente a esos momentos cabe designar TRAUMÁTICOS; en ellos ha sobrevenido la conversión cuyos resultados son la escisión de conciencia y el síntoma histérico. La multiplicidad de esos momentos traumáticos es posibilitada por el hecho de que una vivencia semejante a la que introdujo por primera vez la representación inconciliable aporta excitación nueva al grupo psíquico divorciado y así cancela provisionalmente el éxito de la conversión. Los dolores, el producto de la conversión, no se generaron mientras la enferma vivenciaba las impresiones del primer período, sino con efecto retardado, en el segundo período, cuando la enferma reprodujo esas impresiones en sus pensamientos. La conversión no habría seguido a las impresiones frescas, sino al recuerdo de ellas. Un proceso así tiene participación regular en la génesis de los síntomas histéricos. La sumación de los traumas y la latencia previa de los síntomas quiere decir que puede producirse tanto la conversión de un afecto fresco como la de uno recordado. El dolor somático no fue creado por la neurosis sino sólo aprovechado por ella, aumentado y conservado. El dolor originariamente reumático paso a ser en la enferma el símbolo mnémico de sus excitaciones psíquicas dolientes y ello, por más de una razón. Porque estuvo presente en la conciencia de manera aproximadamente simultánea con aquellas excitaciones; porque se enlazaba de múltiples modos con el contenido de representación de aquella época. Debió sentirlo en momentos significativos del cuidado.