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Saludos --[[Usuario:Jorgechp|Jorgechp]] 16:26 5 nov 2006 (UTC)
 
== Historia de los Valdenses ==
 
Universidad Peruana Unión.
Teología
 
 
 
EAP: Salud Publica.
 
 
Breve Historia de los Valdenses
 
 
 
 
 
Presentado en cumplimiento parcial a los requerimientos del curo:
Historia Eclesiástica II
 
 
 
 
 
Por:
Gerson Vega Falcón
 
 
Octubre 2006
 
 
 
 
 
Dedicatoria.
Este trabajo queda dedicado en prioridad a mis compañeros,
a los usuarios de Wikipedia y Wikiversidad.
A todos los que quieran contribuir con más información.
A los Colportores estudiantes de la Universidad Peruana Unión.
A los preceptores de la residencia de varones de la UPeU
A los dirigentes de la Iglesia Adventista de Comas Central.
Y a los estudiantes de Historia Eclesiástica.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ÍNDICE
Introdicción 1
Capitulo
I. CONTEXTO DE LA HISTORIA 2
Piamonte 2
Papas contemporáneos 3
II. EL SURGIMIENTO 4
Reseñas para la reforma 4
Pedro Valdo 5
III SANGRE Y LIVERTAD 7
Primeras Persecuciones 7
La inquisición y los valdenses 8
Persecuciones Papales 9
La Revolución Francesa y los Valdenses. 11
IV LOS VALDENSES HOY 13
La Cruz Hugonota 13
Confección de fe de los Valdenses de 1190 16
Confesión de Fe de los Valdenses, Año de nuestro Señor 1544 17
Actual Confección de Fe de los valdenses, Año de nuestro Señor 2002 20
CONCLUSIÓN 21
BIBLIOGRAFÍA.........................................................................................................22
 
 
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Introducción
 
En la Alta Edad Media de la Historia de La Iglesia, han quedado registrada con sangre muchas historias. Una de ellas es la historia de los Valdenses. Fueron perseguidos por no querer someterse a los cambios que realizaba la iglesia en su doctrina. Ellos fueron fieles y decidieron revelar la verdad a todos cuanto podían. Su objetivo: Sacarlos del engaño que la iglesia del medio evo les había pintado con todas sus tradiciones. Su herramienta era solo la Biblia, que gracias a Perdo Valdo y sus colportores pudo llegar más allá de el Piamonte. la inquisición concilios reyes y papas, no pudieron hacer que las escrituras fueran exclusivas para el clero.
Su historia trasciende hasta hoy que aun quedan en gran numero fieles valdenses.
Mediante este trabajo monográfico queremos rememorar la historia de los valdenses
El contexto en el que desenvolvieron, sus orígenes, sus persecuciones, su libertad y lo que queda de ellos hoy.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPITULO I
CONTEXTO DE LA HISTOIA
Piamonte .
Pedemontium (al pie de los montes).
Estuvo poblada por celtas, ligures y salasios.
Después de la caída del Imperio Romano, el territorio fue conquistado por los longobardos y más tarde por los francos. En el siglo X y el siglo XI fue el escenario de las persecuciones hacia los valdenses. Los cuales se escondieron en sus montañas.
En el siglo XIV los Saboya, capitaneados por: Mapa de Piamonte . Amadeo VI (el Conde Rojo), consiguieron contener los deseos expansionistasde los Visconti, señores de Milán y comenzaron la unificación del territorio regional. En 1559 Manuel Filiberto consiguió devolver la independencia de Francia. En 1631 los franceses ocupan el Piamonte. En 1706 los Saboya con ayuda austríaca recuperan la independencia, lo que les permitió aumentar sus territorios y comprar Sicilia, que más tarde cambiaron por Cerdeña. En 1796 Saboya y Niza pasaron a los republicanos (la Revolución Francesa había abolido la monarquía) del otro lado de los Alpes. En 1798 el rey Carlos Manuel IV tuvo que refugiarse en Cerdeña, donde permaneció hasta 1814, año de la Restauración. En 1860 el Piamonte participa en las guerras de Independencia contra Austria consiguiendo constituir un Reino de Italia. La capital del nuevo estado fue Torino hasta 1865.
Papas contemporáneos
 
Lucio III
Alejandro III (Ronaldo Bandinely). Papa de 1159 a 1181, presidió el III concilio de Letran. Excomulgó a los albigenses y modificó la forma de elección pontifica.
 
 
Inocencio III, Papa de la Iglesia católica de 1198 a 1216.
Lucho contra los pueblos cataros y valdenses.
 
http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:Innozenz3.jpg
 
 
Gregorio IX
Fue quien instituyo el santo oficio entre 1231 y 1235 en el cual muchos valdenses fueron martirizados.
 
 
 
 
 
 
 
CAPITULO II
EL SURGIMIENTO
Reseñas para la reforma
Habiendo el papado introducido varias innovaciones en la Iglesia, y habiendo cubierto al mundo cristiano con tinieblas y superstición, unos pocos, dándose cuenta de la tendencia perniciosa de tales errores, decidieron exhibir la luz del Evangelio en su verdadera pureza, y dispersar aquellas nubes que unos astutos sacerdotes habían extendido sobre él a fin de cegar al pueblo y oscurecer su verdadero resplandor.
El principal entre estos fue Berengario, que, alrededor del año 1000, predicó denodadamente las verdades del Evangelio, según su primitiva pureza. Muchos, convencidos, asintieron a su doctrina, y fueron, por ello, llamados berenganos. Berengario fue sucedido por Pedro Bruis , que predicó en Toulouse, bajo la protección de un conde llamado Ildefonso; todos los puntos de los reformadores, con sus razones para separarse de la Iglesia de Roma, fueron publicados en un libro escrito por Bruis, bajo el título de ANTICRISTO. Para el año 1140 de Cristo, el número de reformados era muy grande, y la probabilidad de su crecimiento alarmó al papa, que escribió a varios príncipes para que los desterraran de sus dominios, y que emplearan a muchos eruditos para que escribieran contra sus doctrinas.
En el 1147 d.C. eran llamados Henericianos, debido a Enrique de Toulouse, considerado como su más eminente predicador, y debido a que no admitían ninguna prueba de religión más que las que se pudieran deducir de las mismas Escrituras, el partido papista les dio el nombre deapostólicos. Al final, Pedro Waldo, o Valdo, natural de Lyon, eminente por su piedad y erudición, devino un enérgico oponente del papado; y desde aquel entonces, los reformados recibieron la apelación de Valdenses. Puede decirse que los valdenses fueron los precursores de la Reforma protestante y en 1532 se sumaron al calvinismo de Ginebra, alejándose así más aún del pensamiento católico.
Pedro Valdo
Se estableció en Lyón (Francia) y se hizo rico, negociando. En 1160, un amigo intimo con quién estaba conversando, cayo muerto de repente, lo que le produjo tal terror y ansias de salvación para su lama, que fue a consultar con un sacerdote, que le repitió las palabras d e Cristo al Joven rico. Se cree que lo hizo irónicamente ya que Valdo era uno de los hombres más ricos de la ciudad. Pedro tomo esto literalmente y distribuyo sus bienes en dos fracciones.
Una parte para los pobres y la otra a dos eclesiásticos para que tradujesen del latín a la lengua romance, es decir el catalán popular (que entonces se hablaba hasta la frontera suiza ) el Nuevo Testamento, y envió colportores de pueblo en pueblo a leer la sagrada escritura a quienes no hablaban latín.
Para poder distribuir estas porciones de la biblia utilizaron metodos de venta muy estratégicos para evitar ser denunciados. Un inquisidor los decribe viajando de un pueblo a otro y vendiendo mercaderías para lograr entrar a las casas. Explica que ofrecían jojoyas, anillos aros, telas , velos y otros adornos. Cuando les preguntaban si tenían otras joyas, contestaban: “si tenemos joyas más preciosas que estas. Si prometen no denunciarnos se las mostraremos” cuando obtenían esa seguridad los colportes proseguían: “Tenoemos una piedra preciosa tan brillante, ue su luz permite ver a Dios; y tan radiante que puede encender el amor de Dios en el corazón del que la posee. Estamos hablando en lenguaje figurado pero lo que decimos es la pura verdad”. Luego estraían de debajo de su ropa alguna porción de la biblia, la leían explicaban y bendían a las personas sedientas del agua divina. Así sembraron la palabra eterna que brotó, crecó y dio rico fruto, se cree que el numero de Valdenses en austria llegó a 80 000.
Fue citado por el arzobispo Guichard, que les prohibió predicar. Valdo apeló al papa y compareció con uno de sus colaboradores ante el Concilio de Lerán en marzo de 1179, el papa Alejandro III le trato amablemente pensando que pudieran formar una orden monástica más. De vuelta a Lyón continuaron predicando a pesar de las prohibiciones del arzobispo y el papa. En el año 1181 fue lanzada contra ellos una excomunión definitiva que durante algunos años pudieron eludir, pero después del Concilio de Verona en 1184 que condenaba a los pobres de Lyón, se vieron obligados a salir de aquella ciudad y esparcirse por toda Europa, de modo que la persecución fue favorable a sus causa, como ocurrió en caso de Jerusalén.
Perdo Valdo se expatrió en Bohémia en donde terminó sus días en el año 1217 tras 57 años de servicio a la causa del evangelio.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPITULO III
SANGRE Y LIVERTAD
Primeras Persecuciones
 
La historia de las Persecuciones se habían limitado principalmente al mundo pagano. Llegamos ahora a un período en el que la persecución, bajo el ropaje del cristianismo, cometió más enormidades que las que jamás infamaron los anales del paganismo. Echando a un lado las máximas y el espíritu del Evangelio, la Iglesia papal, armada con el poder de la espada, vejó a la Iglesia de Dios y la devastó durante varios siglos, el período muy apropiadamente conocido como «las edades oscuras». Los reyes de la tierra dieron su poder a la «Bestia», y se sometieron a ser pisoteados por las miserables alimañas que a menudo ocuparon la silla papal, como en el caso de Enrique, emperador de Alemania. La tempestad de la persecución papal se abatió primero contra los Valdenses en Francia.
Para el año 1140 de Cristo, el número de reformados era muy grande, y la probabilidad de su crecimiento alarmó al papa, que escribió a varios príncipes para que los desterraran de sus dominios, y que emplearan a muchos eruditos para que escribieran contra sus doctrinas.
En el 1147 d.C. eran llamados Henericianos, debido a Enrique de Toulouse, considerado como su más eminente predicador, y debido a que no admitían ninguna prueba de religión más que las que se pudieran deducir de las mismas Escrituras, el partido papista les dio el nombre deapostólicos. Al final, Pedro Waldo, o Valdo, natural de Lyon, eminente por su piedad y erudición, devino un enérgico oponente del papado; y desde aquel entonces, los reformados recibieron la apelación de Valdenses.
 
 
 
 
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La inquisición y los valdenses
 
Inquisición Proviene del latín y significa encuesta investigación, también se llamó “El Tribunal del Santo Oficio” En sus comienzos la Inquisición dedicó más atención a los albigenses y en menor grado a los valdenses, sus actividades se ampliaron a otros grupos heterodoxos, como las hermandades, y posteriormente a los llamados brujas y adivinos. Nace por los años de 1220-1230, cuando el poder civil y el poder religioso colaboran en la búsqueda de los herejes y en su castigo y cuando por voluntad del papa se generaliza esta organización al conjunto de la Iglesia.
La Inquisición fue una institución judicial creada por el pontificado en la Edad Media, con la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas culpables de herejía. En la Iglesia primitiva la pena habitual por herejía era la excomunión. Con el reconocimiento del cristianismo como religión estatal en el siglo IV por los emperadores romanos, los herejes empezaron a ser considerados enemigos del Estado, sobre todo cuando habían provocado violencia y alteraciones del orden público El Papa, dándose cuenta de que estos crueles medios no surtían el efecto deseado, envió a varios eruditos monjes a predicar entre los Valdenses, y a tratar de convencerlos de lo erróneo de sus opiniones.
Entre estos monjes había uno llamado Domingo Guzmán (1170 - 1221), que se mostró muy celoso por la causa del papado. Este Domingo instituyó una orden, que fue llamada por su nombre, la orden de los frailes dominicos ; y los miembros de esta orden han sido desde entonces los principales inquisidores en las varias inquisiciones del mundo. El poder de los inquisidores era ilimitado. Procedían en contra de quien querían, sin consideración de edad, sexo o rango. Por infames que fueran los acusadores, la acusación era considerada válida-, incluso cuando recibían informaciones anónimas, enviadas por carta, las consideraban como evidencia suficiente. Ser rico era un crimen igual a la herejía, por ello, muchos que tenían dinero eran acusados de herejes, o de ser protectores de herejes, para poder obligarlos a pagar por sus opiniones. Los más queridos amigos, los parientes más próximos, no podían servir sin peligro a nadie que estuviera encarcelado debido a cuestiones religiosas. Llevarles algo de paja a los encerrados, o darles un vaso de agua, caía bajo la consideración de favorecer a los herejes, y eran por ello mismo perseguidos.
Ningún abogado osaba defender a su propio hermano, y la malicia de los perseguidores incluso llegaba más allá de la tumba; se exhumaban los huesos de los ya muertos, y eran quemados, como ejemplo para los vivos. Si alguien era acusado en su lecho de muerte de ser seguidor de Waldo, sus posesiones quedaban confiscadas, y el heredero quedaba privado de su herencia; y algunos fueron enviados a Tierra Santa, mientras que los dominicanos se apoderaban de sus casas y propiedades, y, cuando los dueños volvían, a menudo pretendían no conocerlos.
La organización de la Inquisición medieval no fue la obra de un solo papa sino la resultante de un largo proceso, iniciado durante la gestión de Lucio III, continuado en el pontificado de Inocencio III y culminado por Gregorio IX quien, a través de tres diferentes bulas -entre los años 1231 y 1233- le dio su estructuración definitiva. La Inquisición fue, al igual que la mayor parte de las instituciones de la Edad Media, el producto de una práctica inicialmente restringida y, luego, gradualmente extendida y perfeccionada.
 
Persecuciones papales
A medida que avanza el siglo XII la oposición de la Iglesia contra estos rigores va decreciendo hasta desvanecerse del todo. En el tercer concilio de Letrán el papa Alejandro III aunque recalcando el horror que inspira al clero la efusión de sangre, decide pedir al Poder Civil la represión por la fuerza de los cátaros, valdenses y albigenses que con sus excesos eran ya gravísima amenaza para la Iglesia y para la sociedad constituida .
Más severa aún fue la actitud del papa Lucio III en el concilio de Verona (1185) pues ordenó pesquisas de herejes, castigo tanto por la excomunión como por penas temporales proporcionadas a la gravedad de su crimen, y aprobó las penas que imponían las autoridades laicas. Desde este momento puede decirse que la Iglesia aprueba un sistema de medidas represivas, ya del orden espiritual ya del temporal, decretadas de consumo por las autoridades eclesiásticas y civiles en defensa de la Fe Ortodoxa y del orden social, amenazados por las doctrinas teológicas y sociales de los herejes. Esta es la esencia de la Inquisición.
Originalmente, los Valdenses no tenían intención de desvincularse de la iglesia. Pero su lectura libre del evangelio y sus predicaciones legas, su desacuerdo con el catolicismo en entender los misterios de transubstanciación, así como también su carácter militante,
 
El Papa Alejandro III, informado de estos sucesos por el obispo de Lyon, excomulgó a Waldo y a sus seguidores, y ordenó al obispo que los exterminara, si era posible, de sobre la faz de la tierra; así comenzaron las persecuciones papales contra los Valdenses. Las actividades de Valdo y de los reformados suscitaron la primera aparición de los inquisidores, porque el Papa Inocente III autorizó a ciertos monjes como inquisidores, para que hicieran inquisición de y entregaran a los reformados al brazo secular. El proceso era breve, por cuanto una acusación era considerada como prueba de culpa, y nunca se concedió un juicio justo a los acusados
El Papa Sixto IV aun declaró una cruzada contra ellos en 1477. Esas persecuciones continuaron hasta el Siglo XVIII. En 1545 hubo una masacre de tres cunicouatro mil de ellos en Provenza (francia)
En 1685, los ejércitos franceses e italianos mataron a 3.000 Valdenses y capturaron a 1.000. Sólo en 1848 consiguieron lograr garantías constitucionales y libertad de cultos en Piamonte y Saboya. por mas de 200 años algunos valdenses encontraron refugio en la región de Piedmont, en la parte este de los Alpes . Debido a lo escarpado y difícil acceso del terreno, pudieron vivir sin ser molestados por un buen tiempo.
Estas persecuciones persistieron durante varios siglos bajo diferentes Papas y otros grandes dignatarios de la Iglesia Católica.
 
La revolución Francesa y los Valdenses
 
Siglo tras siglo la sangre de los santos había sido derramada. Mientras los valdenses sucumbían en las montañas del Piamonte "a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús," sus hermanos, los albigenses de Francia, testificaban de la misma manera por la verdad. En los días de la Reforma los discípulos de ésta habían sucumbido en medio de horribles tormentos. Reyes y nobles, mujeres de elevada alcurnia, delicadas doncellas, la flor y nata de la nación, se habían recreado viendo las agonías de los mártires de Jesús. Los valientes hugonotes, en su lucha por los derechos más sagrados al corazón humano, habían derramado su sangre en muchos y rudos combates. Los protestantes eran considerados como fuera de la ley; sus cabezas eran puestas a precio y se les cazaba como a fieras.
La "iglesia del desierto," es decir, los pocos descendientes de los antiguos cristianos que aún quedaban en Francia en el siglo XVIII, escondidos en las montañas del sur, seguían apegados a la fe de sus padres. Cuando se arriesgaban a congregarse en las faldas de los montes o en los páramos solitarios, eran cazados por los soldados y arrastrados a las galeras donde llevaban una vida de esclavos hasta su muerte. A los habitantes más morales, más refinados e inteligentes de Francia se les encadenaba y torturaba horriblemente entre ladrones y asesinos. Otros, tratados con más misericordia, eran muertos a sangre fría y a balazos, mientras que indefensos oraban de rodillas. Centenares de ancianos, de mujeres indefensas y de niños inocentes, eran dejados muertos en el mismo lugar donde se habían reunido para celebrar su culto. Al recorrer la falda del monte o el bosque para acudir al punto en donde solían reunirse, no era raro hallar "a cada trecho, cadáveres que maculaban la hierba o que colgaban de los árboles." Su país, asolado por la espada, el hacha y la hoguera, "se había convertido en vasto y sombrío yermo." "Estas atrocidades no se cometieron en la Edad Media, sino en el siglo brillante de Luis XIV, en que se cultivaba la ciencia y florecían las letras; cuando los teólogos de la corte y de la capital eran hombres instruídos y elocuentes y que afectaban poseer las gracias de la mansedumbre y del amor."
Superando todas las prohibiciones impuestas siempre rígidamente, la comunidad de San Giovanni en el 1806 construyó este templo con la aprobación de Napoleón Bonaparte.
Se restauró después del terremoto del 1808 y se tuvo que cerrar por orden del rey Victorio Emanuel I, que depués de dos años consintió una nueva apertura.
Actualmente sirve para la más numerosa comunidad de los Valles.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO IV
Los Valdenses Hoy
 
Son el único grupo separatista del medio evo Tardío que sobrevive hasta el día de hoy.
Aunque naturalmente se han dado numeroso cambios de organización y enseñanzas entre ellos.
 
La Cruz Hugonota
 
Su origen es misterioso. Parece que fue imaginada por el orfebre Maystre (o Mystree) que vivía en calle del Mercado número 4 en Nîmes (la “Roma Protestante”), en 1688 (tres años después de la Revocación del Edicto de Nantes por Luis XIV).
La forma de la Cruz Hugonota tiene su origen en al Cruz griega, llamada también Cruz de Jerusalén. Fue aceptada espontáneamente por los hugonotes miembros de la iglesia perseguida, como símbolo de su existencia y de su esperanza.
Su éxito fue inmediato, sobre todo teniendo en cuenta que escapaba a las persecuciones ya que derivaba de una decoración a la vez oficial y católica (la cruz de la orden del Espíritu Santo). Por otra parte, permitía tener sobre si una diferente cruz de la aborrecida cruz católica.
El motivo de la paloma, suspendida de un pequeño anillo en el lado inferior de la cruz, es una señal de la manifestación del Espíritu Santo que desciende del cielo sobre nosotros. Efectivamente los reformados franceses llaman a su cruz “Espíritu Santo”.
En el tiempo de las cruzadas se la conoció como símbolo y testimonio de la unidad de la Iglesia y de su universalidad, de la universalidad de la salvación y su significado en los 4 puntos cardinales.
La cruz hugonota, llamada así desde el final del siglo XIX, esta formada por una cruz de Malta, las ramas son conectadas entre ellas por un motivo circular que, por una parte, recuerda la corona de espinas del Cristo crucificado y que, por otra parte, forma entre cada rama un corazón, símbolo del amor de Jesús para nosotros y recordatorio de su mandamiento "amaos los unos a los otros..."(Juan XIII:34).
Los lirios que llenan los espacios entre los brazos de la cruz, no deben ser considerados un mero adorno. En la región del Mediterráneo, el lirio y la rosa simbolizan la gracia divina y la posibilidad para el ser humano de volver a empezar. Sobre cada punta de los cuatro brazos hay un pimpollo que puede ser interpretado como una perla de luz (la luz del Evangelio que va hacia los cuatro puntos cardinales). Las puntas a las extremidades de cada rama se redondean en forma de bolas, ocho, como las beatitudes.
Partiendo de la Cruz Copta conocida ya en el antiguo Egipto se puede sacar otra interpretación: las dos pelotillas de luz en los extremos de cada brazo, simbolizarían el dúo de misioneros que divulgarían el Evangelio en el mundo. Desde el principio los “barbas” predicadores Valdenses, viajaban de a dos.
El Espíritu Santo ha hecho de un orfebre de Nimes un teólogo y un predicador. Su Cruz Hugonota se divulgó por las regiones protestantes de Francia en el siglo XVIII y fue llevada por los desterrados llegando a ser una señal de los cristianos reformados.
La amplitud de su simbología excluyendo los lirios, se basa en elementos bíblicos y del cristianismo primitivo, lo cual ha favorecido su difusión entre cristianos de otras confesiones.
 
 
Confección de fe de los Valdenses de 1190
1. Creemos y mantenemos firmemente todo lo que está contenido en los doce artículos del símbolo, comúnmente llamado el credo de los apóstoles, y consideramos herética cualquier inconsistencia con los doce artículos citados.
2. Creemos que hay un solo Dios – El Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
3. Reconocemos como escrituras sagradas y canónicas los libros de la Santa Biblia.
4. Los libros arriba mencionados nos enseñan: Que hay un DIOS, todopoderoso, ilimitado en sabiduría, infinito en bondad, y quien, en Su bondad, ha hecho todas las cosas. Porque El creó a Adán a Su misma imagen y semejanza. Pero por medio de la enemistad del diablo, y su propia desobediencia, Adán cayó, el pecado entró en el mundo, y nos volvimos transgresores en y por Adán.
5. Que Cristo había sido prometido a los padres que recibieron la ley, a fin de que, conociendo su pecado por la ley, y su injusticia e insuficiencia, puedan desear la venida de Cristo para realizar satisfacción por sus pecados, y cumplir la ley por El mismo.
6. Que en el tiempo señalado por el Padre, Cristo nació – en un tiempo cuando la iniquidad abundaba, para manifestar que no era por razón de bondad alguna de nuestra parte, porque todos éramos pecadores, pero para que El, quien es verdadero, pudiera mostrar Su gracia y misericordia hacia nosotros.
7. Que Cristo es nuestra vida, y verdad, y paz, y justicia – nuestro pastor y abogado, nuestro sacrificio y sacerdote, quien murió por la salvación de todo aquel que cree, y que resucitó para la justificación de ellos.
8. Y también creemos firmemente, que no hay otro mediador, o abogado para con Dios el Padre, sino Jesucristo. Y con respecto a la Virgen María, ella era santa, humilde, y llena de gracia; y esto también creemos concerniente a todos los otros santos, que están esperando en el cielo la resurrección de sus cuerpos en el día del juicio.
9. Creemos también, que, después de esta vida, existen sólo dos lugares – uno para los que son salvos, el otro para los condenados, los cuales llamamos paraíso e infierno, negando por completo el purgatorio imaginario del Anticristo, inventado en oposición a la verdad.
10. Además, siempre hemos considerado todas las invenciones [en materia de religión] como una abominación indecible delante de Dios; tales como los días de festivales y vigilias de santos, y la llamada “agua bendita”, el abstenerse de carne en ciertos días y cosas parecidas, pero sobre todo las misas.
11. Nos mantenemos en contra de todas las invenciones humanas, como procedentes del Anticristo, las cuales producen angustia y que son perjudiciales para la libertad de la mente. (Se alude entre otras a las penitencias y prácticas ascéticas)
12. Consideramos los Sacramentos como signos de las cosas santas, o como emblemas de las bendiciones invisibles. Creemos que es propio y aun necesario que los creyentes utilicen estos símbolos o formas visibles cuando esto pueda ser realizado. En el entendido de que, mantenemos que los creyentes pueden ser salvos sin estos signos, cuando no disponen del lugar o la oportunidad de observarlos.
13. No aprobamos otros sacramentos [como instrucción divina], aparte del bautismo y la cena del Señor.
14. Honramos los poderes seculares, con sujeción, obediencia, prontitud y pago.
 
Confesión de Fe de los Valdenses
Año de nuestro Señor 1544
 
15. Creemos que hay un solo Dios, que es Espíritu – el Creador de todas las cosas – el Padre de todo, quien es sobre todo, y por todo, y en todo; el cual debe ser adorado en espíritu y en verdad – del cual dependemos continuamente, y a quien rendimos alabanza por nuestra vida, alimento, abrigo, salud, enfermedad, prosperidad, y adversidad. Lo amamos por ser la fuente de toda bondad; y lo reverenciamos pues es el ser sublime, que escudriña y prueba los corazones de los hijos de los hombres.
16. Creemos que Jesucristo es el Hijo e imagen del Padre – que en El habita todas la plenitud de la Deidad, y que por El solamente conocemos al Padre. El es nuestro Mediador y abogado; y no hay otro nombre dado bajo el cielo en el cual podamos ser salvos. En Su nombre solamente acudimos al Padre, sin utilizar otras oraciones que las que están contenidas en las Sagradas Escrituras, o las que estén sustancialmente en concordancia con ellas.
17. Creemos en el Espíritu Santo como el Consolador, que procede del Padre, y del Hijo; por cuya inspiración somos enseñados a orar; siendo renovados por El en el espíritu de nuestras mentes; quien nos hace nuevas criaturas para buenas obras, y del cual recibimos el conocimiento de la verdad.
18. Creemos que hay una sola iglesia santa, conformada por la asamblea de los elegidos y fieles, que han existido desde el principio del mundo, o que existirán hasta el fin. De esta iglesia el Señor Jesucristo es la cabeza – es gobernada por Su palabra y guiada por el Espíritu Santo. En la iglesia es necesario que los Cristianos tengan comunión. Por ella El [Cristo] intercede sin cesar, y Su oración por ella es la más aceptable ante Dios, sin la cual de hecho no habría posibilidad de salvación.
19. Sostenemos que los ministros de la iglesia deben ser irreprensibles tanto en vida como en doctrina; y si se prueba lo contrario, ellos deben ser depuestos de su oficio, y ser sustituidos por otros; y que ninguna persona puede presumir de tomar este honor para sí mismo sino aquel que es llamado por Dios como lo fue Aarón – que los deberes de los tales son alimentar el rebaño de Dios, no por lucro, o como teniendo dominio sobre la herencia de Dios, sino como ejemplos para el rebaño, en palabra, en conversación, en caridad, en fe, y en castidad.
20. Aprobamos, que los reyes, príncipes, y gobernadores, son los ministros designados y establecidos por Dios, a los cuales tenemos que obedecer [en todo asunto legal y civil]. Porque llevan la espada para defender al inocente, y castigar al que hace lo malo; razón por la cual debemos honrarlos y pagarles tributo. De este poder y autoridad, nadie puede excluirse como fue manifestado en el ejemplo del Señor Jesucristo, el cual voluntariamente pagó el tributo, sin tomar sobre sí mismo jurisdicción alguna o poder temporal.
21. Creemos que en la ordenanza del bautismo el agua es el signo visible y externo, que representa aquello, que por virtud de la operación invisible de Dios, está dentro de nosotros – es decir, la renovación de nuestras mentes, y la mortificación de nuestros miembros a través de [la fe de] Jesucristo. Y por esta ordenanza somos recibidos en la santa congregación del pueblo de Dios, habiendo profesado y declarado nuestra fe y cambio de vida.
22. Mantenemos que la cena del Señor es una conmemoración de, y en agradecimiento por, los beneficios que hemos recibido por Sus sufrimientos y muerte – y que debe recibirse en fe y amor – examinándonos a nosotros mismos, de forma que podamos comer el pan y beber de la copa, como está escrito en las Sagradas Escrituras.
23. Sostenemos que el matrimonio fue instituido por Dios. Que es santo y honorable, y no debe ser prohibido a ninguno, si no hay obstáculo de parte de la palabra divina.
24. Aseguramos, que todos aquellos en los cuales habita el temor de Dios, serán guiados a agradarle, y a abundar en buenas obras [del evangelio] las cuales Dios ha preparado de antemano para que andemos en ellas – las cuales son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, gentileza, sobriedad, y todas las demás obras buenas a que se exhorta en las Sagradas Escrituras.
25. Por otro lado, confesamos que consideramos nuestro deber cuidarnos de los falsos maestros, cuyo objetivo es desviar las mentes de los hombres de la adoración verdadera de Dios, y llevarlos a poner su confianza en la criatura, a la vez que se apartan de las buenas obras del evangelio, y ponen atención en las invenciones de los hombres.
Tenemos al Antiguo y Nuevo Testamento por nuestra regla de vida, y concordamos con la confesión de fe [usualmente llamada) el Credo de los apóstoles.
 
Actual Confesión de Fe de los Valdenses
Año de nuestro Señor 2002
Las iglesias evangélicas valdenses que viven en Europa y América Latina, constituyen un sólo cuerpo que vive por Gracia de Dios. Las comunidades valdenses no son un grupo étnico o racial, son una comunidad de fe. Esas iglesias que desde siglos han atravesado por grandes persecuciones, Dios en su bondad y misericordia, ha conservado fieles a la Palabra de Dios, forman una unión de iglesias que toma el nombre de "Iglesia Evangélica Valdense". Para comprender la forma como confiesa su fe hay que tener presente dos criterios básicos: uno, la "historicidad" de cada formulación de su confesión de fe, es decir, la conciencia de que somos "peregrinos" en este mundo y no podemos establecer de una vez y para siempre lo que pensamos, porque todo está sujeto a las situaciones y ocasiones; otro, que humildemente queremos seguir el "Señorío de Cristo", que supera y relativiza cualquiera de nuestras decisiones. Nuestra confesión se une a la de todas aquellas Iglesias que en una asociación fraterna confiesan, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, que Jesucristo es nuestro Señor y Salvador, y viven su vocación común para la gloria del único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Unida a otras Iglesias hermanas la Iglesia Evangélica Valdense busca la forma de expresar su unidad profunda pero visible en el único Señor.
En la búsqueda de unidad entre las diferentes confesiones cristianas está implícita la búsqueda de la unidad de toda la humanidad, por tanto cada miembro de la Iglesia Evangélica Valdense está llamado a comprometerse personalmente, cada día, en la búsqueda de la reconciliación entre los hombres, en la búsqueda (guiados por el Espíritu de paz de Jesucristo) de una mayor justicia en la sociedad, afirmando que cada acción y cada compromiso encuentra su valor en la esperanza del Reino de Dios que viene. Somos conscientes que no hay paz sin justicia, y que ninguna justicia es posible si para establecerla se echa mano al recurso de las armas. Por tanto cada miembro de la Iglesia Evangélica Valdense está llamado a ser un obrero en la búsqueda de una sociedad reconciliada. Al mismo tiempo, cada uno debe ser consciente de su parte de responsabilidad por el estado de injusticia en el que vive la sociedad actual. De allí que tengamos que admitir que para alentar y promover esa reconciliación hay que renunciar a toda forma y a cada instrumento de violencia.
 
Para cumplir con esta tarea tenemos que conocer el pensamiento de las Sagradas Escrituras. La enseñanza de la Biblia es una de las tareas más nobles en vistas a elevar la cultura espiritual de cada ser humano. La Biblia es el libro por el cual Dios nos habla, y por medio de él podemos encontrar y conocer a Dios. Leemos sus páginas con la esperanza de que por medio de ellas Dios nos hable a cada uno, de acuerdo a lo que cada uno tiene necesidad de escuchar en las circunstancias particulares en las que vive. Por eso, leemos nuestra Biblia en oración, pidiendo al Señor que su Espíritu aclare e ilumine nuestro pensamiento. Sabemos que la lectura más fecunda de la Biblia es la que se realiza en comunidad y eso
es lo que tratamos de promover. Confiamos solo en la promesa del Señor que dice "donde dos o tres se reúnen en su nombre, allí está Él presente". Y para nosotros éste es nuestro concepto básico del ser de la Iglesia: donde dos o tres estén reunidos en el nombre del Señor, allí está la Iglesia de Cristo. Por ello, la misión es la razón por la cual la Iglesia existe. Pero la misión de la Iglesia se entiende en la perspectiva del mundo y del Reino de Dios. La Iglesia no puede vivir para sí misma, ni para su prosperidad y éxito. La Iglesia vive para servir como Cristo hizo y para dar su vida para que el mundo viva. Es el cuerpo con el que Cristo se da hoy para la vida del mundo.
 
El nombre "Valdense" significa: Primero, libre predicación del Evangelio y libertad para predicar. Segundo, solidaridad con los que siempre pierden, los últimos, los marginados. Tercero, austeridad en todos los órdenes de la vida, compartiendo los dones que poseemos con todos los demás seres humanos en el nombre y por el amor de Cristo. No somos grandes y poderosos, pero de lo poco que somos intentamos entregar nuestra vida para que otros vivan, sembrando el Evangelio en medio de nuestra sociedad.
 
 
CONCLUSIÓN
Los Valdenses son un buen ejemplo de valentía para nuestros tiempos. Los valdenses hacía un peligroso trabajo al distribuir porciones de la Biblia. Salían a sembrar la palabra salvadora sin saber si volverían a ver a sus seres queridos en esta tierra. Prepararon el camino para la reforma. No se desanimaron por mas que dos concilios y tres reyes de Aragón aniquilen a varios de ellos y los persiguiesen. Los pocos valdenses de Hoy viven en páz. La historia de los valdenses es de relevancia en la historia de la reforma, en la historia de la inquisición, y en la historia de la Iglesia Adventista del 7mo día.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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