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El objetivo de este material es dar a conocer algunos hechos místicos que las personas mayores de una comunidad han vivido o han escuchado que se dan en su comunidad o poblado.

Los cuentos de las comunidades mayas ayudarán a los lectores a profundizarse en la lectura e imaginar que se encuentran en la comunidad viviendo los hechos.

Los cuentos Mayas estarán clasificados en las siguientes categorías:

Terror

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El Hombre que no quería a su perro (JUNTÚUL MÁAK U P’EKTAJMAJ U YALAK’ PEEK’)

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Este era un hombre que acostumbraba dormir cerca de la puerta de su casa que daba a la calle. Una noche despertó y oyó que, muy cerca de la puerta junto la que dormía, su perro y El Diablo conversaban. El Diablo le decía así al perro: -Perro, yo soy El Diablo. Quiero que me vendas el alma de tu amo; estoy sediento de ella. Mira, no te quiere, no te da de comer, estás flaco, sucio y enfermo. Mira tus lagañas, nunca te baña, estás lleno de pulgas, siempre acurrucado junto al fogón, manchado de ceniza. Tu amo no te quiere ni un poquito. ¡Véndeme su alma! -Eso sí que no. Por nada del mundo te la vendería. No es necesario que él me quiera para que yo lo quiera a él -dijo el perro. Pero el Diablo siguió diciendo al perro que le vendiera el alma de su amo. El perro, cansado de la insistencia del Diablo, le dijo, para quitárselo de encima: -Está bien, sí te la vendo, pero con la condición de que cuentes cuántos pelos tengo. Deseo saberlo. Sólo así te la puedo vender. Al oír que vendían su alma al Diablo, el hombre se puso a temblar de miedo. El Diablo comenzó inmediatamente a contar los pelos del perro. Este, al darse cuenta de que ya estaba el Diablo por terminar y que sólo le faltaban los pelos de la cola, se sacudió. El Diablo dijo: -¡Ay, hombre!, me has hecho perder la cuenta. Ya estaba por terminar de contar tus pelos. -Comienza otra vez a contarlos -le dijo el perro. De nuevo comenzó el Diablo a contarlos y, cuando el perro se dio cuenta que ya estaba por concluir, se sacudió otra vez. Y del mismo modo hizo una tercera vez, pretextando que le picaban las pulgas. Entonces se enojó el Diablo porque ya estaba amaneciendo y le tenía mucho miedo a la luz, pues a él le gustaba más bien la oscuridad. Así que dijo al perro: -Mañana regresaré para contarlos todos. Ahora ya está amaneciendo. -Está bien. Regresa pronto para que yo te venda de una vez el alma de mi amo. De este modo, el amo del perro había oído todo lo que se platicó. Apenas se fue el Diablo, el amo se levantó a matar un gallina para grande para asar y darle a su perro de comer. Tomó a su perro, lo bañó, lo curó, le dio gallina y lo mimó. Cuando regresó el Diablo para comprar el alma del amo, el perro lo correteó y de una mordida le rompió los fondillos.

La criatura de los pies al revés, ¡quítate de su camino!.

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Hace poco más de 50 años, comenzó a construirse la ciudad de Cancún, en un principio esta ciudad era pensada únicamente para los turistas, sin embargo la gente que atendía a estos turistas necesitaba un lugar donde quedarse, es natural que posteriormente la ciudad comenzará a crecer, pero en un inicio todo era selva, y fue cuando un grupo de soldados fueron enviados hasta a este lugar, sin embargo les agarró la noche y tuvieron que Improvisar un campamento, abrir algunas casas de campaña y otras las formaron por ahí, encendieron fogata y uno quedó despierto para hacer guardia. Eran cerca de la una de la mañana, cuando el soldado de guardia llamado Armando, comenzó entre sueño a escuchar algunos ruidos extraños, eran aves que revoloteaban mientras hacían ruido como si estuvieran aterrorizadas, pensó que algún jaguar había atacado alguna de sus presas y por eso estas habían emprendido el vuelo, sin embargo esto no era así puesto que esos sonidos se repetían más y más y se acercaban a ellos, los pájaros que estaban en la zona comenzaban a desesperarse también. En ese momento, decidió despertar a sus compañeros, que no eran más de 10, se acercó uno de ellos y le dijo que se despertara que algo venía y que no hiciera ruido, este pasó la información y despertó el siguiente y éste al siguiente, así hasta que los diez estuvieron despiertos, se escuchaba como se caían árboles y como unos pasos se acercaban, no sabían qué hacer en ese momento pues a pesar de estar entrenados, jamás pensaron que en una selva tupida y espesa habría enemigos tan peligrosos que hasta los animales de la zona se ahuyentaran. De repente un terrible olor se apoderó de la zona, una mezcla entre excremento y sangre fría, combinado con tierra húmeda y mohos, esto significaba que lo que venía se pondría mal puesto que era algún tipo de animal que nadie conocía, los jóvenes soldados comenzaron a trepar los árboles, uno a uno hasta que quedaron a salvo, sin embargo uno de ellos llamado José, tuvo la desdicha de pisar una rama seca, ésta se quebró y el término en el suelo de la selva inconsciente, para este momento todo era demasiado tarde puesto que aquella cosa estaba muy cerca, de repente comenzaron a salir corriendo despavoridos de entre la selva venados, tapires y hasta un jaguar. Se apareció este ser, esta criatura de cara enojada, enormes dientes y cerca de 4 metros de altura, cuerpo peludo, de apariencia humanoide, pero con una característica singular, tenía los pies al revés, esto no le permitía caminar o desplazarse tan rápido, sin embargo el tamaño de sus piernas le daban una mayor ventaja, este ser de apariencia terrible, tenía en una mano un pedazo de un venado, El terror se apoderó de todos, más porque esta criatura pasó cerca de José, sin embargo José no se movió y aquella cosa lo ignoró por completo. Este ser se fue directo hacia donde estaba la fogata, y con sus enormes pies al revés, comenzó a apagarla, este raro humanoide terminó de hacer esta labor, y siguió su camino, el hedor era demasiado y aún que esta criatura se alejó, el terror de los soldados no se pudo ir, lo curioso es que cuando este ser vivo se alejaba, las marcas de sus pies señalaban lo contrario, por lo que si alguien intentaba ir a buscarlo no lo encontraría y si alguien intentaba huir de él lo vería de frente.

El cazador mentiroso

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En este pueblo vivía un grupo de cazadores, que les encantaba ir al monte a cazar. Entre estos hombres había uno que le encantaba mentir; a cualquier persona engañaba, engañaba a su esposa, a sus hijos o a sus compañeros cazadores. Había días en que imitaba a la codorniz; todos sus compañeros rápidamente se preparaban para cazar al ave; cuando lo distinguían sólo se reía; ahí todos comprendían que él había estado imitando el canto de la codorniz. Muchas veces le dijeron que no lo hiciera, pues podría suceder que un día no lo vieran y resultara herido por algún compañero. Sin embargo, él no aprendía. Como dicen, muchas cosas ocurren dentro del monte; nosotros no lo podemos ver, pues somos hombres pecadores. Así, un día se juntaron los Señores del Monte para decidir qué harían con esa persona que se negaba a aprender. Muchas cosas pensaron, mucho tiempo estuvieron reunidos para decidir, pero nadie quería aceptar totalmente lo que su compañero proponía. Así estaban cuando se asomó un enorme jaguar que dijo: -A mí me molesta que me burlen, por eso quiero que reciba su castigo este mentiroso. Esto es lo que he pensado... Cuando terminó de contar lo que había en su cabeza, todos los Señores del Monte dijeron que estaba muy bien la propuesta del jaguar. Uno solamente pensó que era muy cruel el castigo, y aunque se opuso rotundamente, ninguno de sus compañeros lo respaldó en su objeción. Una mañana se reunieron los cazadores en la boca del pozo del pueblo para acordar cómo organizarían la batida, ya que uno de ellos había visto en el monte las huellas de un venado. Así pues, tomaron el acuerdo de cuándo hacer la batida y de cuántos serían. Llegó el momento señalado y al hombre malo lo dejaron cazar un jaguar que se atravesó en su camino; así comenzó el suplicio que padecería. Como tenía por costumbre, la cosa que pasó primero por su mente fue asustar a sus compañeros. Tomó al jaguar y lo empezó a despellejar; cuando terminó de desollarlo se puso encima la piel y se escondió tras los árboles por donde pasarían sus compañeros. No había transcurrido mucho tiempo cuando oyó que se acercaban sus compañeros, riéndose a carcajadas, pues habían cazado un enorme venado. Venían tan contentos que no se fijaron que su compañero estaba tras un árbol. Pasaron al lado del tronco cuando salió el hombre con la piel de jaguar encima, rugiendo. Asustados, los cazadores olvidaron hasta los rifles que cargaban, solamente acertaban a gritar. Salían corriendo cuando notaron que se detenía el jaguar y vieron que era su compañero. Se disponían a regañarlo cuando observaron que trataba de quitarse la piel de jaguar pero no la podía desprender de su cuerpo; se le había pegado. No había pasado mucho tiempo desde que tratara de deshacerse de esa piel, cuando vio que le estaban saliendo garras. Los compañeros veían lo que estaba pasando, sin saber qué hacer, solamente se miraban entre ellos. De pronto oyeron que hablaba el compañero afectado. -Mis compañeros, creo que harían muy bien en irse, porque siento que me estoy volviendo un monstruo. ¡Corran! Nada más oyeron sus compañeros, comenzaron a correr en dirección al pueblo. Cuando llegaron, platicaron a todos los del pueblo lo que había ocurrido en el monte. Aunque con dolor, la esposa del cazador que se estaba transformando fue la primera en salir del pueblo. El cazador en ese momento completaba su transformación, ya no le quedaba nada de hombre, era completamente un animal que también se estaba dirigiendo a la población. En eso fue interceptado por el Señor del Monte que no estuvo de acuerdo con la propuesta del jaguar. -¡Detente, cualquier cosa que seas! -¿Qué quieres? ¿No tienes miedo que yo te coma? -Vengo a ayudarte. Cuando llegues al pueblo se te habrá acabado la facultad del habla; sin embargo, todavía te quedará el entendimiento. Cuando terminaron de explicarle la forma en que podría convertirse otra vez en hombre, comenzó a correr con más fuerza para ver si alcanzaba a decirle a su esposa la manera en que podría volver a ser un hombre normal. Llegó a su pueblo y ya no quedaba nadie. Comenzó a llorar con fuerza pero le vino a la mente ir hasta donde se reunieron la última vez para decidir la batida. Nada más llegó ahí y comenzó a escribir con su uña alrededor del pozo. Ahí escribió cómo podría transformarse nuevamente en humano. Hasta ahora está esa escritura, esperando el día que pueda ser descifrada para transformar nuevamente al monstruo en hombre.

Suspenso

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El cuidador del bosque "Ajkanul"

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Versión en español

El tiempo pasó y se llevó consigo el equilibrio que existía entre animales y humanos. Los bosques que anteriormente se encontraban repletos habían perdido su verdor, y el número de especies que los habitaba era cada vez menor. Todo esto, dicen, sucedió porque los grandes no supieron cuidar de la naturaleza, y los jóvenes no tuvieron quién les enseñara.

Lo único que quedaba en la mente de los hombres era el saber que los dioses habían deja- do a los humanos hacer uso de la naturaleza para su beneficio, pero habían olvidado que la conciencia y la gratitud formaban parte del permiso.

Sin embargo, había sobre la Tierra un hombre al que visitaron el dios de la lluvia y el dios del monte. Al recibir la visita Quiej, a quien llamaban así por ser cuidador del bosque, se sintió sumamente halagado. Los dioses le advirtieron que, si los árboles y animales del bosque seguían desapareciendo, terminarían con la vida de todos los humanos, destruyendo montes e inundando todo con su furia. Una vez recibido el mensaje, Quiej quedó solo y lleno de dudas. Sin compartir con nadie lo que los dioses le habían revelado, comenzó a hacer un inventario de todo lo que componía el bos- que: caminó por horas contando tanto árboles como hierbas, animales grandes y pequeños, troncos que habían sido macheteados y hasta huesos de los animales del lugar.

Una vez completa la lista, se dedicó a asegurar que todo estuviera en su lugar, pero pronto se percató de que faltaban flores y los cantos de las aves ya no eran tan abundantes, por lo que decidió buscar a los responsables. Alrededor de la comunidad corrió el chisme de que el cuidador del bosque comenzaba a defender el lugar como nunca lo había hecho, y que aquellos que se negaran a acatar las nuevas reglas serían condenados.

Versión en maya

Le ka’ maan le k’iino’obo’ jéelpaj bix u biskuba máak yéetel ba’alche. Le núukuch k’aaxob yano’obo jujump’íiti ik u kimilo’ob bey le ba’alcheo’obxano. Bey úuchiko’ tumen le núukuch mako’obo ́ ma’ tu káana’ u kananto’ob le k’aaxo’, le paalal wíiko’obo ma’ ka’ansabo’obi.

Le baax p’aat tu tukulo’ob tumen le yuum k’ujo’obo, tial u ch’ajot ko’ob ka’ach meyaj yéetel e k’axo’obo, ba’ale tu tu’upsajo’ob le paajtali’ tsab ti’ob bey tu’ub u tsako’ob níib olalil.

Yo’ole lúuma yanchaj júum tuul wíinik xiinbalta’ab tumen le yum chaak yéetel u yuumil le k’aaxo’. Quiej le maax kanantik le lúumo’ ki’imak cha u yool. Ala’ab ti’ wa laili’ bey kun sa’ataj le baalcheo’obo bey le k’aaxo yan xan u tsoksa’a ti’ wíiniko’ob, yan u k’aaskuntiko’ob tu láakal yéetel bulkabil. Chen úuya tumen Quiej.

Mix ba’a tu ya’alaj, ba’ale kaaj u xookik ba’ax jach yan te k’aaxo, jaayp’eel núukuch che’, mejen che’, ba’alche’ob, jaayp’eel che xoot’aan yéetel u baakel le baalche’ob kíimeno’obo.

Le ka’ tso’ok u xookik tu láakal le balo’obo’, tu yíilaj yan ba’a ku binetik, lolo’ob, u k’aay le ch’icho’obo’ tun xuulu’ ma’ je’ex úuchile’, la’atene tu ts’auba u kaxte u jo’olil.

K’uuch u tsikbalil te’ kaajo’ le máax ma’ tun meentik le ba’ ku ya’ik le kanan k’aaxo’ yan u meentaj u sa’astik u síipil.

Jun tuul chan péek' ku k'aay ti jun p'eel chan paal

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Este era una familia que muy humilde que vivía en una comunidad, el cual estaba conformada por tres individuos, quienes eran el papá, la mamá y un bebé pero también tenían a una mascota que era un perro, el papá se dedicaba a los trabajos del campo y la mamá a los asuntos del hogar. Un día el papá se fue a su milpa a realizar sus actividades diarias, y también, en ese mismo día la mamá de la bebé salió a comprar a dos cuadras de su casa pero no llevo a su bebé, ya que, estaba durmiendo en su hamaca, entonces la mamá para no despertar a su bebé decidió dejarla para que siga durmiendo porque según ella su compra va ser rápido y no iba a tardar, entonces al quedarse solo el bebé y el perro en la casa, de repente se despertó la bebé y se pudo a llorar pero como no había nadie para que la calmara el perro se aproximo en la hamaca donde estaba acostada el bebé, el perro empezó a mecer a la hamaca de la bebé y cantarle, entonces la bebé dejo de llorar y de volvió a dormir, sin embargo, en ese momento en que estaba cantando el perro y meciendo a la bebé, la mamá ya estaba fuera de la casa a lo que escucho que alguien estaba cantando dentro de la casa pensando que su esposo ya había llegado de la milpa, pero, para ver como su esposo cuidaba a su bebé decidió entrar sin hacer ruido, al abrir la puerta lentamente y asomar su rostro se percato que no era su esposo sino su perro, entonces la mamá del bebé quedo muy sorprendida que no hizo nada y espero que termine el perro de cantar a su bebé, al final del día al regresar su esposo de la milpa ella le conto lo ocurrido y ambos quedaron sorprendidos que no lo podían creer, por lo tanto, al perro lo trataron con mas cariño por haber cuidado al bebé mientras ellos no estaban.

Nicté

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Versión en español

El silencio de la oscuridad solo se rompe con las olas del mar, mientras que la vista se acostumbra a la poca luz que regala la luna. Al final del camino, una casa pequeñita construida de palma y madera es el hogar de Nicté: una criatura de apenas 8 años, nacida un jueves bajo las fuertes lluvias de agosto y con una mirada cuyo verdor, heredado de su madre, penetraba a cualquiera. La abundante vegetación de la selva, la humedad del mar y el azul del cielo, eran las cosas favoritas de Nicté, que podía pasar horas mirando cómo se movían las nubes lentamente y buscándoles forma mientras recargaba su espalda en las ramas de un árbol. Esa tarde, aunque ella no lo sabía entonces, su imaginación vería jaguares y ballenas dibujadas en las nubes por última vez. Kin, el padre de Nicté, había advertido a su hija sobre la hostilidad de la selva. La había puesto al tanto de los inminentes peligros, entre los cuales se encontraban las arañas, serpientes, jaguares, pumas e incluso insectos que hoy se encuentran extintos. Ese día, cuando Nicté volvió a casa, las palmas de sus manos habían enrojecido. Poco a poco, notó que otras partes de su cuerpo se encontraban lastimadas y en solo un par de minutos la vista de Nicté se había nublado, mientras era presa de fiebre y fuertes mareos. Kin olvidó hablarle de los hermanos Chechén y Chacah, un par de árboles que juegan el papel de una dualidad: la eterna lucha entre el bien y el mal. La vida y la muerte. La desesperación ante el dolor de su hija, llevó a Kin a salir corriendo hacia la Selva. Los intentos por hacer que la niña recordara el último árbol en el que se recostó fueron inútiles, la fiebre se había apoderado de Nicté. Kin, que no llevaba más que 8 años siendo padre, sabía que el árbol por el que su hija había enfermado, el Chechén, podría curar el sarampión tras un proceso que sólo los chamanes sabían hacer, pero era sumamente peligroso para quien confundiera sus ramas y follaje con las del Chacah. Cuenta la leyenda que estos dos hermanos fueron guerreros condenados por los dioses a renacer, en forma de árbol, pegados a la tierra para disipar la lucha por el amor de una princesa. La oscuridad no dejó ver a Kin, la noche cubría los cenotes que rodeaban la casa con lirios sobre el agua.

Versión en maya

E ch’en ch’enkilo’ ku lúuk’u yéetel u péek le k’aanabo’, le icho’ ku yíik chen u júul xman uj. Tu ts’ook le bejo’ ti’ yan jump’eel chan xa’anil naj, le je’ela u naajil Nicte’, júumtuul chan paal waxak p’eel ja’ab ti’, síij tu k’iinil jueves ichil sen toos ja’il ti’ wíinal agosto’, u yíiche’ jach ya’axtak, u síibal u na’, ku lúubsik jéel máax ka’ íike. Le nukuch k’aaxo’obo’, le k’aab na’ab yéetel u ch’ooji le ka’ano’ balo’ob jach uts tu yíich Nic te’, je’el u sen paakat te ka’ano’ mix tan u ka’ana tumen chilikbaj tu k’aab xnúuk che’. Ti’ e k’iin je’elo’ tu ts’ook íila le óochelo’ob te’ ka’ano’ jéex le balamo’ yéetel núukuch kayo’ob. K’in, u yúum Nicte’ tu ya’ala tu paalil yo’olal le balo’ob k’astaak yam ti’ e k’aaxo. Je’ex balche’ob mina’an te’ k’iina, balamo’ob, kaano’ob, ík’lelo’ob yéetel u jeel balo’ob. Júump’eel k’iine’ ka’ súuna Nicte’ tu yootoch, ka’ tu yíilaje tan u chaaktaj u yaal u k’aab. Jujump’iiti’ ka’ tu yíilaje’ tan u ya’taj u wíinkilil, ka’ éejoch’eencha’ tak u yíich ka’ kaaxan u senkech chokwi’. K’ine’ ma’ tu tsiikbaltaj ti’ u yaal yo’osal le suukumtsilo’ob Chechen yéetel chakaj, ka’p’ee kul cheo’ob ku ba’atel taanbalo’ob yo’olal úutsil yéetel k’aasil. Kuxtal yéetel kíimi’. U senkech tuukulil yo’olal baax ku yúuchul ti Nicte’ tu meentaj u jo’ok’o yaalkab k’iin ichil le k’aaxo. Keex tun senkech k’aatik tu yaal baaxche’i túux chilaje’ ma’ beycha yéeteli. K’iine’ chen chan waxak p’eel jaab taatatsile’ tu’ na’ataj baax úch tu yaal, u yo’ojel le checheno’ je’el tak u ts’aakik sarampión wa ka ka’anak bix u meentale’, ba’ale le je’eelo jach chen u núuktakilo’ob u yoojel bix u meentaj, le jéelo taalam tumen wa mun ka’ana meyajbile’ je’el u kíinsik máake’, tsokole je’elan wa mun na’ataj máakalmak chajka wa makalmak chechen. Ku ya’alalej le chechen yéetel chakajo’ ka’ tuul suukumtsilo’ob ba’atelna’alob meentaj u bo’otik u síipilo’ob yéetel u ka’ yantalo’ob yok’ool kaab, la’atene jach paak’lo’ob te lúumo’ yo’olal u túubsiko’ob u ya’abilaj júumtul xdoncella. Le ak’aabo ma’ tu cha’aj u yíik k’iin mákalmak le che’o, se’eb úchuj yáantal lolo’ob ichil u ja’il le ts’ono’oto.

Aventura

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UNA HISTORIA DEL BIEN Y EL MAL

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Kinich y Tizic eran dos valientes guerreros hermanos, pero de personalidades opuestas. Kinich, era un joven amable, bondadoso y respetado por su pueblo. En cambio su hermano mayor Tizic, era una persona de corazón frío y con un carácter iracundo.

Un día ambos conocieron a Nicté Há, una jóven hermosa y de corazón puro que conquistó a estos guerreros. Los dos hermanos se enamoraron perdidamente de la misma mujer. Así que Tizic desafió a Kinich a un duelo por el amor de la hermosa doncella

Los dioses estaban tan enojados al ver esta situación, que cubrieron el cielo de nubes negras e incluso la luna se ocultó durante toda la batalla. Desafortunadamente, el duelo tuvo un final trágico y ambos hermanos terminaron muertos en los brazos del otro.

Al llegar al otro mundo, suplicaron el perdón de los dioses, ambos rogando por poder ver a su amada Nicté Há nuevamente. Así fue como Tizic renació como un árbol de Chechen, el cual secretaría veneno dentro de sus ramas y quemaría a cualquiera que se acerque. Kinich en cambio, renació en forma de un árbol de Chacah. Cuya savia curaría todo lo tóxico del Chechén.

Nicté Há murió de tristeza al enterarse de la trágica historia de los hermanos guerreros. Al llegar al otro mundo, los dioses fueron bondadosos con ella. Permitiéndole renacer en la tierra como una hermosa flor blanca cerca del agua, mejor conocida como un lirio.

El pájaro pujuy o tapacamino

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Resulta que al Señor Todopoderoso se le ocurrió nombrar a la reina de las aves y para ello organizó un concurso en el cual participaron todos aquellos que de alguna o de otra manera mostraran sus atuendos, habilidades, destrezas y un sin fin de valores que impactaran y con todo ello ser la reina de las aves. Y comenzaron los preparativos; unos por su bello canto decían estar seguros de ganar tan prestigiado trofeo, otros por su vuelo fantástico, que al surcar los aires dibujaban estampas coreográficas dignas más que de un aplauso, otros por la mentalidad tan extraordinaria que tenían; otros por sus habilidades; en fin tantas y tantas cosas que preparaban cada una de las aves y no faltó una de aquéllas que valiéndose de trampas pretendía ganar. Y bien en aquel entonces el pujuy o tapacamino era un ave de todas la más hermosa, tan bello tenía el plumaje que a las demás aves llenaba de envidia y no obstante su canto era esplendoroso, surcaba los aires, como potente cometa, dejando al pasar una silueta de ave noble, ingenua, puesto que las demás aves no se comunicaban con ella, entonces el pavo real, una ave que en aquella ocasión vestía desarrapante pues tenía por vestidura un plumaje tan feo que inspiraba críticas, se dirigió hasta el tapacaminos y le dijo lo siguiente:

-Oye, me invitaron a un concurso en el que debo portar un plumaje muy bonito como el tuyo. ¿Me prestarías tu traje? Contestó el pujuy: -¿No crees que es muy grande para ti? -No, contestó el otro.

Total es sólo por unos días, después te lo regresó, insistió. Si en el concurso resulto ganador, tú serás mi suplente en caso de que me enferme yo, además serás por siempre mi mano derecha.

Grande era la credulidad de esta ave que no lo pensó dos veces y dijo:

Está bien, pero conste que terminando el concurso me lo regresarás y luego, seré tu mano derecha.

Sí, dijo el pavo real, sonriente.

Se intercambiaron los trajes y tan grande era el pavo real que apretado le quedaba el traje, en tanto que al tapacamino le quedaba ancho. Así transcurrieron los días y el cuerpo y el traje de ambos se acostumbraban y por fin, llegó el día esperado en que se llegaría a saber quién gobernaría a todas las aves. Y comenzó tan anunciado concurso. Se inició con los trinos; con los cantos más maravillosos, aquellos que envuelven al corazón, el murmullo de aquéllos era tan magnífico que un juez parecería incompetente a la hora de calificar, luego las habilidades, unos volaban y dibujaban fantásticos bosquejos de árboles, ríos, mariposas, entre otros; otras construían nidos. Su habilidad era tan magnífica que era imposible detectar falla alguna en los nidos. Después siguió la belleza; y allí estaba el impostor, el pavo real, esa ave que con traje ajeno presumía belleza y más al abrir la coleta puesto que parecía que sus plumas llevaban luciérnagas pegadas en tan especial ocasión. El concurso culminó con la capacidad intelectual, culminó con palabras; aquéllas en donde las respuestas y preguntas giraban en torno a adivinanzas, problemas e intuiciones. Y después prosiguió la larga espera, en donde el nerviosismo de unos y la seguridad de otros se reflejaba en actos y en rostros. Entonces se dijo el nombre de los ganadores. En primera instancia se nombró al tercer lugar: al sakpakal o torcaza por su canto, después a la yuya pues construye su nido de manera extraordinaria y se le otorgó el segundo lugar; y la hora de la verdad llegaba y con ella la desesperación aún más; y se dijo:

El primer lugar por tanta belleza es para el pavo real. Esta ave, será de ustedes la reina de todas las aves.

Pasaron los días y el tapacamino esperaba su traje, y se le atravesó la torcaza y le preguntó el por qué vestía tan feo y le contó todo, la torcaza sólo le dijo que el pavo real ya había ganado y que el concurso por lógica había finalizado.

Entonces corrió con la reina de las aves a reclamar sus derechos, aquellos tan falsos que un día el pavo real prometiera y eran tan falsos estos derechos y palabras que negó haber dicho algo el estafador, entonces el pujuy sólo le pidió su traje y el otro se negó a regresarlo, discutían y no querían regresarlo el pavo real y dijo el pujuy:

Si no me devuelves mi traje ¡te mato! y después te dejo desnudo.

Entonces el pavo real voló y voló y, el pujuy se dispuso a seguirlo pero el falso volaba tan rápido que se perdió por el bosque. Por eso si el pujuy se te atraviesa sé amable porque sólo te dice:

-No has visto al pavo real, no has visto a ese impostor que me robó mi traje.

Si tú lo ves o si se te atraviesa por el camino dile lo siguiente:

-Se fue por allá, entre los árboles aquellos.

MORALEJA: "No hay que dar confianza a alguien que en apariencia es más inofensivo que tú; o bien no creas en las palabras de un hipócrita".

Infantiles

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El miedo de Balam (U saakil le Balam)

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Ixchel, que en su juventud irradiaba luz como la luna, había pasado 3 meses en cama a causa de una extraña enfermedad que poco a poco había hecho que la señora, madre de 2 valientes artesanos y abuela de 3 niños, sufriera de fiebres altísimas, dolores musculares y la pérdida de la movilidad en sus extremidades. fueron 3 meses llenos de incertidumbre en los que Balam, el más grande de los nietos, parecía haber adquirido un miedo que, a diferencia de su inmenso temor a la oscuridad de la selva o al rugido del relámpago, nunca antes había sentido en el cuerpo. aquel temor lo sorprendió por primera vez cuando su abuela no pudo moverse más, pues a causa de su edad avanzada era probable que la enfermedad se complicara hasta términos fatales. aunque la muerte llevaba presente en la mente de Balam a sus 12 años de edad, nunca hasta ese momento había sentido su presencia. Desde pequeño escuchaba historias y leyendas sobre ella, de entre las cuales creía sobre todo en una. Ixchel había relatado a Balam años atrás, la historia de aquel Dios que reina en el inframundo maya: “Ah Puch”, una deidad maligna que al caer la noche ronda las casas de los enfermos con el fin de alimentarse de ellos o conducirlos al inframundo. La única ventaja de los vivos era que podían escuchar al dios acercarse por el ruido de las cadenas y collares que vestía. ¿Cómo haría Balam para levantar a su abuela de aquella cama en la que estaba postrada, si escuchaban las cadenas y collares de Ah Puch? Además de sentirse aterrado por la descripción que su abuela había hecho de la creatura: de figura humana, con una calavera por cabeza, se le notan las costillas y su carne verdosa como signo de putrefacción. De su nariz emanan aromas fétidos, porta pulseras o collares con cascabeles en forma de ojos fuera de sus cuencas. Aunque Ixchel siempre contaba esta leyenda con la intención de que su nieto cuidara su salud y se abrigara para evitar contraer resfriados, Balam jamás había olvidado que Ah Puch, Se lleva a los enfermos al inframundo maya. Balam no estaba seguro de si su abuela, tan enferma, recordaba al amenazante "Ah Puch" y la posibilidad de que un día llegara y no pudiera escapar de él, así que dejó a la incertidumbre avanzar con el tiempo hasta que un día, Ixchel visitó a Balam mientras soñaba. Entre sueños el pequeño vio a su abuela vestida de blanco. Por un momento se preguntó qué hacía ella caminando o cómo y cuándo se había curado, pero Balam solo cayó en cuenta de lo sucedido cuando despertó. Dentro del sueño, todo aparecía cubierto por una especie de bruma, tan espesa que nada que estuviera a más de seis pasos podría distinguirse. “Abrígate bien Balam. Voy a estar cuidándote desde las estrellas, cuida de tus hermanos y honra a tus padres. No tengas miedo Balam, Ah Puch no pudo alcanzarme.” A la mañana siguiente las ideas de Balam habían cambiado. De alguna manera había dejado atrás el miedo, y de forma inmediata supo que lo sucedido por la noche, a pesar de la claridad con que había escuchado las palabras de su abuela, no era más que un sueño. Al recorrer los pasillos de su casa y posar su mirada sobre el cuarto de Ixchel, el chico constató que, de ahora en adelante, lo cuidarían desde las estrellas.

Juan Tul y la ardilla

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Había una vez un conejo llamado ‘’Juan Tul’’ quien sostenía con sus manos el techo de una cueva.Un día pasó La Ardilla por la cueva y observo a Juan Tul y entablaron la siguiente conversación

Ardilla: Juan Tul¿Qué haces?

Juan Tul: Pues como ves estoy sosteniendo el techo de esta cueva

Ardilla: ¿Estás cansado?

Juan Tul: Sí, bastante

Ardilla: Si quieres puedo ayudarte

Juan Tul: Me harías un gran favor porque ya no aguanto más

La Ardilla se coloco en el lugar de Juan Tul y permaneció en ese lugar por varias horas. Pero de repente se dio cuenta que todo se trataba de una broma por lo que decidió bajar las manos y salir de la cueva.

Días después se encontró a Juan Tul y le dijo: me engañaste la otra vez. Por lo que de una manera sorprendida le respondió Juan Tul: jamás he estado en la cueva de la que hablas. Llevo meses de estar en este zacatal y estoy muy cansado. ¿Porqué no me ayudas un poco? A lo que la Ardilla le respondió: Claro que sí.

Juan Tul le echo encima los hatos más grandes de zacate y se fue. La ardilla no soporto el gran peso y como pudo se coloco de pie y pensó: "Otra vez me ha engañado".

En el camino volvió a encontrarsecon Juan Tul y le dijo: No volverás a engañarme. Con este bejuco te voy a dar una paliza a lo que Juan Tul respondió: ¡Que estás diciendo! Desde pequeño vivo junto a este árbol y nunca me he apartado de el, no sé de qué hablas.

La Ardilla molesta le respondió: de todas formas tendré que castigarte.

Juan Tul le contesto: ¿Por qué me vas a castigar? Si lo haces no podrás tener las piñuelas que están allí ¿Despreciarás las piñuelas? La Ardilla emocionada exclamo: ¿Dónde? Y Juan Tul le contesto: ¿Qué no las ves? ¡Están allí, justo a la orilla del camino! Mientras la Ardilla buscaba las piñuelas, Juan Tul desapareció.


Otra tarde la Ardilla tropezó con Juan Tul entablando una conversación:

Ardilla: Hola Juan Tul

Juan Tul: Yo no soy Juan Tul, acabo de salir del bosque que está del otro lado del camino.

Ardilla: Entonces ¿Me darás un poco de agua? ¡Vengo sedienta de tanto correr!

Juan Tul: ¡Por supuesto! Toma mi calabazo está lleno de agua, puedes beber todo lo que quieras.

La Ardilla estaba muy sedienta y bebió de golpe todo el contenido del calabazo. Cuando tomó aliento cayó de bruces pues lo que había tomado era aguardiente. Entonces Juan Tul, muerto de risa, le dijo: Vieja borracha, ahora alcánzame si puedes. Y echó a correr.

El Jaguar y la pequeña Tuza

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Cierto día, un enorme Jaguar se encontró con una pequeña tuza y le dijo: ¡Yo pequeña Tusa, soy muy fuerte, tanto, que hasta un zarpazo puedo derribar un árbol gigantesco con todo y corazón!

Pues yo, al igual que tú, también puedo tirar árboles grandes le respondió la Tusa sin dudar Al escuchar tal expresión el jaguar le contestó burlón: ¿Cómo vas a tirar coma si eres más pequeña que me garra?

Vamos a ver quién tiene la razón Le contestó la tuza.

Justo en ese momento pasaba por ahí un campesino, y la pequeña tuza le dijo: Ey, amigo, por favor parte este árbol para que veamos si es cierto lo que dice el jaguar. El señor se acercó y de un hachazo partió el gran tronco. Allí lo tienes; mete la garra y pártelo de un zarpazo le dijo la tuza al jaguar.

Al escucharlo, y seguro de sí mismo, se acercó y metió la garra en el tronco partido, y ¡sorpresa!, no pudo sacarlo porque su gran garra se trabó en una rendija del tronco.

Fue entonces que la pequeña tuza le dijo: Yo no te diré lo que derribaré ahora, solo que en 3 días este gran árbol estará en el suelo. Sin decir más, la tuza se metió debajo de un enorme árbol de ceiba cuyo tronco mide aproximadamente 3 brazadas de ancho. Ya estando junto a las raíces, se puso a cortarlas con sus afilados dientes. Justo al tercer día, al venir un fuerte ventarrón, el árbol se vino abajo. Fue entonces cuando el jaguar se dio cuenta de que lo que había dicho la pequeña Tusa era cierto, Y tuvo que respetarla.

Relatador: Enrique Pech Pacheco Chuyah, Municipio De Felipe Carrrillo Puerto, Quintana Roo.

El pájaro reloj

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En aquellos tiempos en los que los dioses eran quienes repartían semillas para que se alimentan las aves, todos los días, apenas despuntaba el sol, los pájaros de la selva y de los montes iban en busca de su alimento.

Todos, menos el pájaro reloj, que era muy dormilón, tan dormilón, que cuando lograba despertar ya todos los demás pájaros se habían ido a comer. Cuándo por fin despertaba y se veía solito, apresuradamente volaba hacia dónde sabía que se esparcía las semillas para alimentarse.

Cuando llegaba el lugar, solamente encontraba las migajas que los demás habían dejado, y con ellas se alimentaba. Eso le sucedía todos los días, Y es que por más que trataba no lograba despertarse a tiempo cuando se dormía. Dormía tan, pero tan profundamente, que aunque los demás pájaros iban platicando, no despertaba.

Por todo eso que le pasaba pensó: ¡Ya sé qué voy a hacer: atravesaré mi cola en el camino, así, cuando pasen los demás pájaros la pisotearan, lo sentiré y despertaré, así iré junto con ellos a comer!

Y así lo hizo, esa misma noche, justo antes de dormirse, atravesó su cola sobre el camino.

Cuándo amaneció y llegó la hora de que las aves fueran a comer, pasaban platicando y pisoteandole la cola al pobre pájaro reloj, pero el, cómo estaba tan profundamente dormido, no lo sintió.

Ya se habían ido todos cuando abrió los ojos; entonces, con gran sorpresa descubre que Justo a la mitad de su cola no tenía plumas de tantos pisotones que le dieron.

Es por eso que el pájaro reloj no tiene plumas Justo a la mitad, a lo largo de su cola.

Relatador: Dionisa Ku Ay Tres Reyes, Municipio De Felipe Carrrillo Puerto, Quintana Roo.