Acerca de estar sano en un medio enfermo

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Cuestiones fundamentales que guían el estudio

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¿Es posible diferenciar al mentalmente sano del enfermo? ¿Residen en el propio paciente las características que conducen al diagnóstico, en su medio circundante, o bien en las circunstancias en los ven los observadores?

¿Por qué estas preguntas?

  • El cuestionamiento reciente a la idea de que los síntomas que presentan los pacientes son susceptibles de ser divididos en categorías y que por lo tanto es posible distinguir a los enfermos mentales de los sanos.
  • El aumento de la opinión de que el desciframiento de las enfermedades mentales según puntos de vista psicológicos es en el mejor de los casos inútil y en el peor, perjudicial. Según este punto de vista, los diagnósticos psiquiátricos solamente existen en el cerebro del observador y no son un resumen válido de características que presenta el observado.

Para responder a esta pregunta se realiza la siguiente experiencia: ocho pseudopacientes buscan y logran introducirse en doce instituciones diferentes simulando, como síntoma, oír voces, las cuales decían «vacío», «hueco» y «ruido sordo», debido a su similitud con síntomas existenciales y porque , en la literatura, no existe ni una sola referencia sobre una psicosis existencial. Fuera de la simulación de síntomas y el cambio de sus nombres, profesión y lugar de trabajo, no se realizaron modificaciones de la persona (su historia). Inmediatamente después de la internación, los pseudopacientes dejaban de aparentar síntomas de anormalidad y se comportaban «normalmente», incluso intentaban ser «modelos de cooperación». Tomaban nota de su experiencia en el hospital psiquiátrico, en un principio a escondidas y luego, como nadie se preocupaba de lo que hacían, lo hacían en público. Cabe destacar que los pseudopacientes entraron como pacientes auténticos, convenciendo al personal de su salud mental.

Las personas normales no se detectan como sanas

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Pese a la conducta «normal» del pseudopaciente, ninguno fue «desenmascarado», sino que fueron dados de alta con un diagnóstico de esquizofrenia «en remisión», dato que sugiere que, habiéndose clasificado una vez al pseudopaciente como esquizofrénico, quedó considerado como tal, por lo que, naturalmente, su afección solo estaría en remisión. Error tipo-2: considerar enferma a una persona sana (por prudencia: resulta peligroso no darse cuenta de la enfermedad).

Las clasificaciones psicodiagnósticas se pegan

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El problema de estos diagnósticos es que conllevan una estigmatización. En cuanto el paciente ha sido diagnosticado, se distorsiona la opinión de otros acerca de él y su conducta. Crea una realidad. La clasificación es tan poderosa, que muchas de las formas de conducta de los pseudopacientes fueron pasadas por alto o malinterpretadas, con el fin de que correspondieran a la realidad preparada. El diagnóstico no se vio influido por la vida relativamente normal de los pseudopacientes, sino lo contrario: la imagen de las condiciones de vida fue conformada de acuerdo con el diagnóstico.

La actitud frente a los enfermos mentales está caracterizada por el temor, la hostilidad, la desconfianza. Son considerados lacras sociales.

Una característica de los diagnósticos es que buscan la fuente de la confusión mental dentro del individuo y solo rara vez en los estímulos que lo rodean. De esto que las formas de conducta provocadas por el entorno sean adjudicadas erróneamente a la enfermedad del paciente.

Una clasificación psiquiátrica crea una realidad propia y, con ello, sus propios efectos. Tan pronto el paciente es diagnosticado como esquizofrénico, la expectativa es que siga esquizofrénico. Influye tanto en el paciente como en sus familiares y amigos. Actúa sobre estos como una profecía que se autocumple.

Estructura del típico hospital psiquiátrico

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Personal y pacientes estrictamente separados

Personal de trabajo:

  • Posee su propia área, incluido comedores, baños y salas de reunión.
  • Su área de trabajo posee vidrios que dominan las áreas de permanencia diurna de los pacientes.
  • Los profesionales salen de esa zona para cumplir tareas como: reparto de medicamentos, dirección de una terapia, ilustrar o censurar a un paciente.

Organización jerárquica

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Quien posee el mayor poder es quien menos tiene que ver con los pacientes, y quien menos poder tiene es quien más se ocupa de ellos.

Despersonalización

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Factores que contribuyen a la despersonalización:

  • El contacto visual y la comunicación verbal reflejan el interés y el desarrollo de la personalidad; la falta de ambos significa evitación y despersonalización.
  • Castigos desmesurados, maltrato.
  • Pérdida de derechos legales, credibilidad, libertad de movimiento.
  • Imposibilidad de relacionarse con el personal.
  • Pérdida de la privacidad:
    • Los objetos y habitaciones de los pacientes pueden ser revisados o visitadas por cualquier miembro del personal y por cualquier motivo;
    • La historia del paciente queda accesible a cualquiera persona en la historia clínica, sin importar si el lector tiene que ver terapéuticamente con el paciente.
    • Su higiene personal y hasta su función intestinal es vigilada en ocasiones.

Causas

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  • La actitud que tenemos todos frente a los enfermos mentales de temor, desconfianza y horror, junto con propósitos bienintencionados. Esta ambivalencia lleva, en algunos casos, a la proscripción.
  • La estructura jerárquica del hospital psiquiátrico.
  • El uso de gran cantidad de psicotrópicos. Así, el personal se convence de que se está realizando un tratamiento y de que no es necesaria mayor comunicación con el paciente. Por momentos la despersonalización llevaba a los pseudopacientes a tener la sensación de ser invisibles o indignos de atención.

Resumen y conclusiones

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Es evidente que en las clínicas psiquiátricas no es posible distinguir las personas sanas de los enfermos mentales. La propia institución crea una realidad especial, en la cual el significado de las formas de conducta es muchas veces malinterpretado. La consecuencia para los pacientes que permanecen en tal medio, es decir, el de la impotencia, la despersonalización, el aislamiento, la humillación y la desvalorización, indudablemente no favorecen la terapia.