Todo escolar sabe

Título Todo escolar sabe
Autor Bateson
Año

El objetivo de los hombres de la ciencia es la comprobación y revisión de los viejos presupuestos y la creación de otros nuevos, por lo que es deseable que el científico conozca a conciencia sus propios presupuestos y sea capaz de enunciarlos, además de conocer los supuestos de sus colegas y que el lector conozca los presupuestos de su autor. Bateson cree que hay una gran falta de herramientas del pensamiento, falta de conocimiento de los presupuestos, no sólo de la ciencia, sino también de la vida cotidiana. Los presupuestos deben ser sacados a la luz. Presupuestos básicos que todos los espíritus deben compartir, o a la inversa, definir al espíritu mediante la enumeración de esas características comunicacionales básicas:

La ciencia nunca prueba nada: a veces mejora la hipótesis y otras veces la refuta, pero no las prueba. La verdad acerca de lo que puede ser percibido, o acerca de aquello a lo cual se llega por inducción a partir de una percepción, es otra cosa. Ejemplo: si tenemos una serie de números… 2,4,6,8,10,12…pensamos que el número que sigue es el 14. Pero si continúo diciendo que la serie es 2,4,6,8,10,12,27,2,4,6,8,10,12,27… y nos preguntamos qué número sigue probablemente digamos 2, pero sólo disponemos de la secuencia dada y seguramente sea incompleta; vamos hacia la simplicidad. “tu supones que puedes predecir, pero el presupuesto te lo he sugerido yo”. La predicción no puede ser nunca absolutamente válida, y por ende la ciencia no puede probar nunca una generalización o siquiera verificar un solo enunciado descriptivo y de esa forma arribar a una verdad definitiva. Bateson argumenta que la ciencia es una manera de percibir y de conferir sentido a nuestros presupuestos. La ciencia indaga, no prueba.

El mapa no es el territorio, y el nombre no es la cosa nombrada: el enunciado de Korzybski dice que en todo pensamiento, o percepción o comunicación de una percepción, hay una transformación, una codificación, entre la cosa sobre la cual se informa, la Ding an sich, y lo que se informa sobre ella. La relación entre esa cosa misteriosa y el informe sobre ella suele tener la índole de una clasificación, la asignación de una cosa a una clase. Poner un nombre es siempre clasificar, y trazar un mapa es en esencia lo mismo que poner un nombre. No hay experiencia objetiva: Toda experiencia es subjetiva. Toda percepción tiene las características de una imagen, lo que vivenciamos es una imagen reconstruida a partir de informes neurales que llegan al cerebro. Los objetos son creación propia y nuestra experiencia de ellos es subjetiva, no objetiva.

Los procesos de formación de imágenes son inconscientes: tanto el hombre como los monos como los perros son conscientes de que escuchan un sonido ya que paran las orejas en dirección a ese sonido. En lo tocante a la vista si algo se mueve en la periferia de nuestro campo visual nos “llamará la atención” de modo tal que desplazaremos los ojos y hasta la cabeza para verlo. Somos conscientes de que damos vuelta la cabeza pero no de la visión periférica que me llevó a hacerlo. Los procesos de la percepción nos son inaccesibles, sólo tenemos conciencia de los productos de esos procesos. Esto quiere decir que no tenemos conciencia de los procesos de construcción de las imágenes que conscientemente vemos y que en estos procesos inconscientes aplicamos toda una gama de presupuestos que se incorporan a la imagen terminada. Todos sabemos que las imágenes que “vemos” son en realidad fabricadas por el cerebro o espíritu, pero poseer ese saber intelectual es muy distinto de darse cuenta de que es verdaderamente así.

La división del universo percibido en partes y tonalidades es conveniente y puede ser necesaria, pero ninguna necesidad determina de qué modo debe practicársela: al ver una figura-objeto (territorio) y querer describirla, ninguno de los métodos descriptivos (mapa) contribuye en nada a una explicación del objeto. La explicación debe nacer siempre de la descripción, pero la descripción de la que nace contendrá siempre, necesariamente, características arbitrarias.

Las secuencias divergentes son impredecibles: De acuerdo con la imagen de la ciencia todo es en principio predecible y controlable. Esta concepción es errónea. Cuanto más precisos sean nuestros métodos en el laboratorio, más impredecibles serán los sucesos. Los marxistas dirían que debe haber un eslabón más débil que bajo las fuerzas sociales o tensiones apropiadas ciertos individuos serán los primeros en iniciar una tendencia, y que no importa quiénes sean. Bateson supone que sí importa qué individuos actúan como núcleo del cambio. Esto es precisamente lo que hace impredecible la historia del futuro. El error marxista es un simple desacierto grosero en tipificación lógica, una confusión del individuo con la clase. Lo importante acerca de las secuencias divergentes es que nuestra descripción de ellas se refiere a individuos, en especial a moléculas individuales.

Las secuencias convergentes son predecibles: (inversa a la anterior) Las llamadas “leyes probabilísticas” actúan como mediadoras entre descripciones del comportamiento del individuo y las del comportamiento de la grosera multitud. En los procesos estocásticos así de la evolución como del pensamiento, lo nuevo sólo puede arrancar de lo aleatorio. Y para que lo nuevo arranque de lo aleatorio, cuando ocurre que se presenta y si es que ocurre, se requiere alguna suerte de dispositivo selectivo que dé cuenta de la persistencia y vigencia de la nueva idea. Alguna especie de selección natural con toda su perogrullada y su tautología, debe prevalecer. Entre las ondas de lo aleatorio, la que más perdura es la que perdura más que aquellas ondas que no duran tanto. Esa es, compendiada, la teoría de la selección natural.

Nada puede provenir de la nada: (Cita de El Rey Lear, incluye toda una serie de teorías medievales o algunas más modernas) En los ámbitos de la comunicación, la organización, el pensamiento, el aprendizaje y la evolución, “nada puede surgir de la nada” sin información. (Los mensajes dejan de serlo cuando nadie puede leerlos). La profunda verad parcial de que “nada puede surgir de la nada” en el mundo de la información y la organización se topa con una notable contradicción en la circunstancia de que el cero, la total ausencia de todo suceso indicador, puede ser un mensaje. La carta que tú no escribes, las disculpas que no ofreces, el alimento que no le dejas en el plato al gato: todos ellos pueden ser mensajes suficientes y eficaces porque el cero puede, dentro del contexto, ser significativo; y quien crea el contexto es el receptor del mensaje.

El número es diferente de la cantidad: Esta diferencia es básica para cualquier clase de teorización en ciencias de la conducta, para cualquier manera de imaginar lo que acontece entre los organismos o dentro de ellos como parte de sus procesos de pensamiento. Es verosímil que los números sean exactos, porque existe una discontinuidad entre cada entero y el siguiente, pero no en el caso de la cantidad y por ello es imposible que una cantidad cualquiera sea exacta, siempre es aproximada.

La cantidad no determina la pauta: Es imposible explicar una pauta cualquiera invocando una única cantidad, pero nótese que el cociente entre dos cantidades ya es el comienzo de una pauta.

En Biología no hay “valores” monótonos: Un valor monótono es aquel que o bien sólo aumenta, o bien sólo disminuye. La curva que lo representa no tiene “quebraduras”; o sea nunca pasa del aumento a la disminución y viceversa.

A veces lo pequeño es hermoso: Tal vez no haya ninguna variable que plantee de manera tan clara y vívida para el analista los problemas del estar vivo como el tamaño. (explica con ejemplo en el sig. punto)

El cuento del caballo poliploide: El Dr. P. U. Posif (genetista) “creó” un caballo poliploide, es decir con el doble número de cromosomas cuatro veces mayor que el habitual. Pero cuando había crecido y se tuvo que mostrarse en público, no pudo mantenerse en pie ya que era demasiado pesado (pesaba ocho veces más que el normal) y a la vez siempre debía echarle un chorro de agua para mantenerle la temperatura corporal normal. Esta fábula demuestra lo que ocurre cuando dos o más variables cuyas curvas discrepan entre sí. Eso es lo que produce la interacción entre el cambio y la tolerancia. La longitud, la superficie y el volumen (o la masa) se tornan discrepantes porque sus curvas de incremento no mantienen entre sí una relación unilineal.

La lógica es un modelo deficiente de la causa y el efecto: “Si se aceptan las definiciones y postulados de Euclides, entonces dos triángulos que tengan sus tres lados iguales son iguales entre sí”. “Si la temperatura desciende por debajo de los cero grados centígrados, entonces el agua se solidifica”. Pero los “si…entonces” de la lógica del silogismo son muy distintos de los “si…entonces” de la causa y el efecto. Los “si…entonces” de la causalidad contienen tiempo, mientras que los “si…entonces” de la lógica son atemporales. De esto se desprende que la lógica es un modelo incompleto de la causalidad.

La causalidad no opera hacia atrás: La lógica a menudo puede ser invertida, pero el efecto nunca precede a la causa. El pensamiento lineal progresivo siempre generará o bien la falacia teleológica (de que el fin determina el proceso), o bien el mito de alguna instancia sobrenatural de control.

Por lo común, el lenguaje sólo destaca uno de los aspectos de una interacción cualquiera: Siempre hablamos como si una “cosa” pudiera “tener” cierta característica, pero esa manera de hablar no es la correcta para la ciencia o la epistemología, conviene suponer que todas las cualidades y atributos, adjetivos, etc., se refieren al menos a dos tipos de conjuntos de interacciones en el tiempo. Hay que tener en claro que sean lo que fueren las “cosas” en su mundo pleromático y cosístico, sólo pueden ingresar en el mundo de la comunicación y del significado merced a sus nombres, sus cualidades y sus atributos.

Las palabras “estabilidad” y “cambio” describen unas partes de nuestras descripciones:“estable” suele aplicarse como un adjetivo aplicado a una cosa, pero detrás de la palabra “estabilidad” hay una amplia gama de instrumentos. Nuestros enunciados acerca de la “estabilidad” de entidades vivas deben ser siempre rotulados con referencia a cierta proposición descriptiva, de modo tal que la tipificación de la palabra “estable” resulte clara. Analógicamente, todo enunciado acerca del cambio exige las mismas precisiones. Tanto lo que “cambia” como lo que “sigue siendo lo mismo” son proposiciones descriptivas, pero de orden diferente.