Sobre la dinámica de la transferencia

Sobre la dinámica de la transferencia

Título Sobre la dinámica de la transferencia
Autor Sigmund Freud
Año 1912

Sobre la dinámica de la transferencia es un artículo escrito por Sigmund Freud y publicado en 1912. Corresponde a un examen teórico del fenómeno de la transferencia y de la forma que opera en el tratamiento psicoanalítico (James Strachey)

Resumen

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Por efecto conjugado de sus disposiciones innatas y de los influjos que recibe en su infancia, todo ser humano adquiere una especificidad en el ejercicio de su vida amorosa (condiciones de amor, pulsiones y metas) Da por resultado un clise (s) que se repite de manera regular aunque no se mantiene inmutable frente a impresiones recientes. Sólo un sector de esas mociones ha recorrido el pleno desarrollo psíquico; otra parte ha sido demorada en el desarrollo, apartada de la personalidad cc, desplegándose en la fantasía o bien permanecido por entero icc. Si la necesidad de amor no está satisfecha de manera exhaustiva, se verá precisado a volcarse hacia cada nueva persona que aparezca, y es probable que las dos porciones de libido (prcc – cc) participen de tal acomodamiento. Es entonces normal e inteligible que se vuelva hacia el médico. Esa investidura se atendrá en modales, se anudará a clisés preexistentes; insertará al médico en una de las “series” psíquicas que el paciente ha formado, imago paterna, materna o de un hermano varón (transferencia sobre el médico).

En primer lugar, no comprendemos que la transferencia resulta tanto más intensa en neuróticos bajo análisis, que en otros no analizados. Segundo, constituye un enigma por qué en el análisis la transferencia nos sale al paso como la más fuerte resistencia, siendo que fuera de él, debe ser reconocida como condición de éxito.

En cuanto a lo primero, no es cierto. No debe atribuirse al análisis, sino a la neurosis.

En lo referente a la resistencia, debe evocarse la situación psicológica del tratamiento. Se ha producido en la contracción de la neurosis la introversión. La libido se ha internado por el camino de la regresión y reanimo los imagos infantiles. Hasta allí la sigue la cura analítica, que quiere volverla asequible a la conciencia, y entonces no puede menos que estallar en conflicto, resistencias al trabajo, para conservar ese nuevo estado. Para liberarla es preciso vencer esa atracción de lo icc (siempre presente, potenciada la regresión por haberse relajado la atracción de la realidad, frustración); cancelar la represión (esfuerzo de desalojo) de las pulsiones icc y sus producciones. Esto da por resultado la parte con mucho más grandiosa de la resistencia. El análisis debe lidiar con las resistencias de ambas fuentes; la resistencia acompaña todos los pasos del tratamiento; cada ocurrencia o acto del paciente se constituye como compromiso.

Si se persigue un complejo patógeno se entrará en una región donde la resistencia se hace valer con nitidez, tal que la ocurrencia siguiente da razón de ella y aparece como compromiso. Allí se produce la transferencia si algo del material del complejo es apropiado, por su contenido, de ser transferido sobre la persona del médico, se produce, da por resultado una ocurrencia inmediata y se anuncia mediante los indicios de una resistencia. V.g. detención de ocurrencias. Inferimos que la idea transferencial ha interrumpido hasta la conciencia a expensas de todas las otras posibilidades de ocurrencia porque presta acatamiento también a la resistencia. Siempre que uno se aproxima a un complejo patógeno, primero se adelanta hacia la conciencia la parte susceptible de ser transferida y es defendida con tenacidad. Vencida aquella parte, los otros ingredientes ofrecen poca dificultad. Se produce una desfiguración por transferencia; estas constelaciones se van encaminando en una situación en que todos los conflictos tienen que librarse en el terreno de la transferencia. En la cura analítica, la transferencia se nos aparece, en un primer momento, como el arma más poderosa de la resistencia-, el mecanismo de ella se averigua reconduciéndolo al apronte de la libido que ha permanecido en posición de imagos infantiles, pero el esclarecimiento de su papel en la cura debe apelar a sus vínculos con la resistencia; su intensidad y tenacidad son un efecto y expresión de ésta.

No puede comprenderse el empleo de la transferencia como resistencia si no se la separa en una transferencia “positiva” y otra “negativa”; la positiva se descompone a su vez en la de sentimientos amistosos o tiernos (cc) y la de sus prosecuciones en lo icc.

La transferencia sobre el médico sólo resulta apropiada como resistencia cuando es negativa; o positiva de mociones eróticas reprimidas. Al cancelarla haciéndola cc, se deshacen de la persona del médico; el otro componente susceptible de cc y no chocante, subsiste y es el portador del éxito. En las formas curables de psiconeurosis, se encuentra junto a la tierna, dirigida, a menudo, sobre la misma persona, es la ambivalencia. La ambivalencia de la neurosis explica la aptitud para poner la transferencia al servicio de la resistencia.

Las reacciones que uno obtiene cuando penetra en el ámbito icc hace salir a la luz, muchos de sus caracteres; las mociones no quieren ser recordadas, aspiran a reproducirse en consonancia con la atemporalidad y capacidad alucinatoria del icc. Como en el sueño atribuye condición presente y realidad efectiva a sus mociones, y la lucha es entre médico y paciente, entre discernir, subordinarlas al abordaje cognitivo y querer actuar (agieren); lucha que se desenvuelve en los fenómenos transferenciales. Pero a su vez, los fenómenos transferenciales brindan el servicio de volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas; nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie.